Ecopsicologia
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Cómo Dobrynya se hizo un Héroe—¡El amanecer! ¡La noche pasó, el día ha venido! »¡El amanecer! ¡El sol se levanta sobre la tierra! »¡El amanecer! ¡El amanecer! — un búho ululó y voló para dormir. —¡El sol está levantándose y dándole vida a todo! —un petirrojo está cantando. Una agachadiza voló hacia el cielo, y su canción comenzó a fluir desde lo alto: —¡El cielo es puro! ¡El campo es bello! ¡Veo la extensión sin fin! La agachadiza aterrizó, cantando con su cola: —¡Yo amo mi campo! … Todos los días son así de siglo en siglo: ¡El sol se levanta, el día llega! … Esto pasó en tiempos antiguos. Dobrynya nació en el campo dotado de infinito poder y bondad. Cuando Dobrynya creció, comenzó a prepararse a sí mismo para el camino y pidió el permiso de su madre: —Permíteme, mi querida madre, el emprender un viaje para averiguar el por qué yo nací en la Tierra, cómo proteger todo y a todos del mal, y cómo ayudar a aquellos que son buenos. La madre de Dobrynya dejó que su hijo se marchara. Ella le dijo en su discurso de despedida: —Hay una Madre para toda la gente — la Madre Tierra. ¡Donde quiera que estés — Ella estará contigo, porque Su amante corazón late con el mío simultáneamente! ¡Protege a nuestra amada Tierra! »Y toda la gente tiene un Padre — Dios. Él es el Creador y el Padre de todas las creaturas. Doquiera que estés — ¡Él siempre está contigo! ¡Observa Sus mandamientos, escucha Su consejo y cumple con Sus instrucciones! »¡En el mundo, hay un gran y bondadoso poder llamado amor! ¡No hay nada más poderoso que eso! Dobrynya abrazó a su madre y comenzó su viaje. … Él estaba caminando y vio a una bella yegua galopando en una pradera; un viento libre acariciaba su crin. Sus movimientos eran ligeros y libres. Parecía que ella volaba por sobre la tierra, sin pisar la espesa hierba. Un potro, tan bello como su madre, estaba con ella. Dobrynya se inclinó hasta el suelo ante la yegua y le pidió: —¡Deja a tu hijo ir conmigo: él será para mí no un sirviente, sino un amigo! La yegua miró en los ojos de Dobrynya y envió a su hijo con él. No obstante le pidió a Dobrynya que no se sentara en el potro durante un año hasta que éste se hiciera más fuerte. ¡Dobrynya y el potro se hicieron amigos. ¡Ellos caminaron juntos a lo largo de campos y bosques, se bañaron juntos en ríos cristalinos, y juntos sonrieron al sol! El potro creció y se convirtió en un caballo. Ese caballo podía entender a Dobrynya sin palabras, cruzar poderosos ríos, y galopar día y noche sin cansarse. ¡Dobrynya cabalgaba a través de la campiña, pero en cada lugar que visitó, él sólo veía infelicidad y aflicciones! ¡En todas partes solo había gente triste, sombría y enferma, que se habían olvidado de leyes antiguas y del amor sin egoísmo! Dobrynya vio que la gente se volvió poco amable. Él vio viudas y huérfanos derramando lágrimas, viejos en riñas y maldiciendo sus destinos, a los jóvenes mostrando su falta de respeto hacía estos, viejas blasfemando, llorando y lamentándose de sus vidas desperdiciadas. Doncellas olvidadas de lo que la belleza del alma es. La audacia en buenos muchachos comenzó a declinar. Niños raramente nacían, e incluso aquellos que habían nacido — eran enfermizos y débiles. ¡Un clan desataba la guerra sobre otro clan! ¡La gente se destruía a sí misma! ¡Príncipes vivían en enemistad, buscando solo gloria y riqueza! Ellos no respetaban la paz… Dobrynya comenzó a pensar cómo podría ayudar a la gente en sus problemas pero no pudo resolverlo. Así que empezó a preguntar a la gente por qué vivían de esta forma y para qué. Él le preguntó a uno de ellos: —¿Para qué vives, oh hombre? —No sé… yo vivo porque yo vivo… —¿Y tú qué haces? —Yo trabajo, como y bebo… —¿Y qué puedes hacer? —Yo puedo cargar piedras, y recibo comida y bebida por eso. —¿Pero para qué cargas estas piedras? —No lo sé… Dobrynya le preguntó a otro hombre: —¿Para qué vives, oh hombre? —No sé… —¿Y tú qué puedes hacer? —Yo puedo golpear a otros con mis puños… —¿Y para qué golpeas, y a quién? —¡Golpeo a todos los que me dicen que golpee! Yo recibo mucho dinero por esto… Dobrynya vio que la gente no sabía para qué vivía y por qué eran tan infelices. Así que comenzó a preguntarle a la Madre Tierra: —Tú, amada Madre Tierra, nos llevas a todos sobre Ti misma. Dime por qué tus hijos viven en problemas y aflicciones, cómo puedo ayudarles, y cómo puedo superar este infortunio. La Madre Tierra le respondió a Dobrynya: —¡No es fácil ayudar a mis hijos! Y no todos pueden hacerlo. El gran poder es necesario para esto, amor puro es necesario, y paciencia infinita… —Enséñame cómo encontrar este amor, poder y paciencia, —pidió Dobrynya. —Mira, ¿ves cómo el Río de la Luz Viviente fluye sobre Mí como un viento solar viviente? ¡Este es el gentil Flujo del Amor Divino! ¡Conviértete en esta Luz y abraza a todos Mis hijos! Y recuerda Mi precepto principal: ¡todo nace por amor, todo puede ser sanado por el amor, y todo puede ser cambiado por el amor! Dobrynya se fusionó con esta Luz, voló por sobre la tierra, y vio cómo la Luz lavaba a todos los seres vivientes. Aquellos quienes respondían a la Luz con amor — recibían ternura y afecto a cambio. Pero aquellos en quienes la malicia y la tristeza vivían, estaban como roídos por gusanos desde adentro. Ellos no sentían la Luz de Dios, no irradiaban la luz ellos mismos, y rechazaban toda la Gracia de Dios… —¡Ahora aférrate a Mi pecho, escucha los latidos de Mi corazón materno! Entiende de dónde vienen Mi poder y paciencia… Dobrynya comenzó a abrazar a la Madre Tierra y a prestar atención a las pulsaciones de Su Corazón en Sus profundidades. Él se fundió con todo Su Poder y se llenó a sí mismo de Su más profunda brillante Luz y sabiduría. ¡Ahora él podía sostener a todos en sus palmas y conocer el destino entero de cualquier persona! La Madre Tierra le dijo: —Ahora ve a las Montañas Sagradas y encuentra ahí a Svyatogor. Él tiene un arma especial para Héroes. No todos pueden levantarla. Sólo aquel quien está listo para dedicar toda su vida, hasta su último minuto, al servicio Heroico, puede usar esta arma. Pide por la espada transformadora y el escudo reflector del mal — él te los dará. Dobrynya fue a las Montañas Sagradas, las escaló, y alcanzó el cielo azul. El Héroe-Svyatogor salió a su encuentro. Él mismo era como una gran Montaña, lleno de increíble poder. Dobrynya se inclinó ante el Héroe-Svyatogor: —Fui enviado a ti por la Madre Tierra. Quiero servir a Dios Padre: a proteger la Tierra, defender la verdad y el bien, y ayudar a la gente. La Madre Tierra me dijo que tú guardas las armas para Héroes que no todos pueden levantar. —Bueno, Dobrynya, ¡tus pensamientos son puros, tus manos son fuertes, y tu corazón está lleno de fuego brillante! ¡Escoge una espada y escudo para ti mismo! Dobrynya escogió la espada transformadora y el escudo reflector del mal. Svyatogor maravillado: —¡Has elegido bien! Ahora, para superar los problemas en la Tierra, tú, Dobrynya, deberás templarlos a ambos, el escudo y la espada, y llenarlos de gran poder. De repente, una terrible nube negra, con enorme poder dentro de ella, se abalanzó sobre Dobrynya. Dobrynya levantó su escudo, reunió sus fuerzas, y repelió el ataque, cortando la negrura con su espada. ¡La espada ardió con fuego rojo! La nube negra se separó en partes y se convirtió en lluvia que regó la tierra. Dobrynya no tuvo tiempo de tomar un respiro y admirar la nueva espada brillante, porque otra nube negra se le aproximaba, más grande que la primera. Esta cayó sobre Dobrynya con toda su terrible fuerza… Dobrynya levantó su escudo para repeler este ataque violento. Su cuerpo se hundió hasta la cintura en la tierra, pero recordó cómo él se unió con el Poder de la Madre Tierra y rechazó está presión con su escudo, repeliendo también este violento ataque. Entonces cortó la nube negra con su espada y ¡la espada ardió como un rayo dorado brillante! La nube negra se dividió en partes y se dispersó. El cielo iluminó los campos con una luz tierna. Dobrynya se mantuvo quieto, admirando la belleza y majestuosidad del cielo. Su espada brillaba con la luz dorada. Pero no tuvo tiempo de admirar esta belleza por mucho: una tercera nube negra vino. ¡Tremendo poder maligno había en ella, sin final a la vista! Dobrynya levantó su escudo, pero no tenía suficiente poder para resistir este poderío. Era imposible para Dobrynya por sí solo resistir tal presión… Entonces Dios Padre reveló para Dobrynya Su Gran Poder. Dobrynya se unió con ese Poder, y su escudo comenzó a brillar como un espejo que refleja la luz; ¡su espada brilló con el Fuego Divino! Dobrynya golpeó con su espada y la nube negra se dispersó. ¡El sol apareció e iluminó todo con su luz! Entonces Dios Padre bendijo a Dobrynya: —Ahora ve y realiza tu servicio Heroico: ¡protege a tu Madre Tierra de las aflicciones, ayuda a la bondad en todo y en todas partes, erradica el mal, y transforma a la gente con amor y sabiduría! »¡Y no olvides pedir Mi consejo! »¡Recuerda que el enemigo más peligroso yace dentro y no afuera! »Recuerda también que existen las palabras buenas y sanadoras de la sabiduría. Si esas palabras son dichas a tiempo — ¡entonces su gran poder cambia lo que una espada no tiene poder para cambiar! ¡Si tú le dices a la gente por qué viven en la Tierra — entonces la tristeza y la ira les dejarán, y la felicidad florecerá! ¡Entonces todos sentirán todo vivo, crearan armonía y alegría, conocerán las leyes del amor, se convertirán en la Luz brillante, vivirán bajo Mis leyes de vida, y crearán vida en la Tierra en amor y alegría! ¡Y tú puedes aceptar a aquellos quienes sean capaces de aprender todo esto dentro de Mi hueste de Héroes! Entonces Dios Padre dio a Dobrynya el pan mágico. Este pan de Dios era especial: ¡no se acababa si uno lo compartía con otros! Dobrynya partió, caminando un largo camino, de la longitud de una vida entera, ¡el camino de los Héroes! Svyatogor le deseó buena suerte a Dobrynya y le pidió que buscara nuevos Héroes-guerreros en la Tierra, ¡aquellos guerreros quienes pudieran proteger a la Madre Tierra y consigan mantener la gloria de los Héroes-guerreros por siglos! … Así fue como Dobrynya se convirtió en Héroe. Él comenzó a viajar alrededor del mundo, realizando su servicio Heroico, dirigiendo a los desafortunados y curando almas humanas. |