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Tres hazañas de Dobrynya

Dobrynya cabalgaba a través de bosques y campos. ¡Y parecía que el sol brillaba en su pecho Heroico! ¡No había ningún asunto que estuviera por encima de su fuerza! ¡No había ningún enemigo que pudiera vencerle!

Cada vez que él miraba a una doncella, la belleza de esta comenzaba a florecer como un árbol de manzana en primavera. Cada vez que él miraba a algún muchacho, la fuerza buena de tal muchacho se incrementaba. Cada vez que el veía ya sea a un abuelo o a una abuela, y miraba dentro del alma, donde el amor y la juventud vivían, sus dolencias de la vejez se sanaban y sus ojos se encendían con una buena sonrisa. Dobrynya sonreía a todos y decía:

—¡Ahora vivan de este modo!

¡Y la gente vivía de acuerdo a las palabras de Dobrynya y mantenían sus mandamientos de Amor y Bien; y la armonía reinaba en las casas, y la luz brilló en los corazones!

… Dobrynya cabalgaba y observaba todo.

Él vio una piedra yaciendo en la intersección de tres caminos. Las siguientes palabras estaban sobre esta piedra:

«Aquel que vaya a la izquierda se casará.

Aquel que vaya a la derecha será rico.

Aquel que vaya derecho será asesinado».

Dobrynya estaba sorprendido, pensando: «¿Quién habrá inventado tales órdenes?» Él decidió chequear todos los tres caminos.

Así que cabalgó hacia la izquierda, pensando: «¡No está bien para un Héroe casarse! ¡Iré y echaré un vistazo!

Pronto vio dos torres altas con muros tramados y se aproximó a la más cercana de estas. En esa torre, había damiselas de labios rojos cuyas pestañas habían sido delineadas con antimonio. Esas damiselas resplandecían con belleza y seducían con ropas inmodestas. Ellas se apresuraron a recibir y abrazar al Héroe, queriendo darle cisne blanco rostizado y emborracharle con vino para robarle después…

Pero Dobrynya las miró con sorpresa. Él ni bebió su vino, ni comió su cisne frito, ni se vio atraído con su belleza artificial.

Él les dijo:

—¿Fueron estos bellos cuerpos dados a ustedes para obtener riquezas con actos miserables? ¡La felicidad humana no está en las riquezas mundanas! ¡Siento lástima por ustedes, pobres: ni siquiera han oído sobre la verdadera belleza y alegría! La riqueza de las almas se ha derramado con vuestro vino, y la alegría ha muerto como un cisne blanco atrapado y muerto… La vejez pronto vendrá a ustedes y después de esta — la muerte. ¡Así que nunca conocerán el amor! Están desperdiciando sus vidas…

Las damiselas nunca antes habían escuchado tales palabras. Ellas se asustaron cuando Dobrynya habló de la vejez y de la muerte. Comenzaron a gemir, y su maquillaje comenzó a correr por sus mejillas…

Dobrynya les preguntó:

—¿Dónde están los muchachos que bebieron vuestro vino y comieron su cisne blanco?

Las damiselas respondieron:

—Unos se fueron desnudos y descalzos; otros viven como nosotras, — y apuntaron a la torre adyacente donde los muchachos seducían damiselas, emborrachándolas con vino y robándole sus riquezas…

—¡Tráiganlos acá rápidamente! Ustedes juntos han estado viviendo injustamente — ¡así que todos ustedes deben responder y corregir vuestros errores!

Dobrynya reunió muchachos y damiselas en frente de él y empezó a explicarles acerca de la vida y la muerte, la felicidad y el amor desinteresado. Él también dijo que todos responderían por las infamias cometidas por ellos o ellas y había que corregirlas.

—Elijan un compañero para cada uno: una damisela — un muchacho, un muchacho — una damisela. ¡Y vayan por sus tierras, devolviendo aquello que tomaron de otros injustamente! ¡Y ayuden a aquellos a quienes puedan ayudar! ¡Sólo entonces vuestros corazones se volverán libres! ¡Y sólo entonces serán capaces de amarse mutuamente! ¡Entiendan también que bebes buenos y bondadosos nacen sólo cuando los padres viven en el amor del corazón! ¡Una nueva vida vendrá hacia ustedes sólo si vuestros corazones están llenos de amor! ¡Sólo entonces hallareis esa felicidad que no le teme ni a la vejez ni a la muerte!

Los muchachos y las damiselas hicieron todo acorde a las palabras de Dobrynya. Ellos fueron a lo largo de sus tierras para devolver lo que habían robado y para aprender la bondad perdida y el amor desinteresado.

Dobrynya volvió hasta la piedra y borró la primera inscripción con su espada. Esta desapareció, como si no hubiera estado ahí nunca.

… Dobrynya cabalgó hacia la derecha, pensando: ¡Es malo para un Héroe el ser rico! ¡Iré a dar un vistazo!

Pronto vio delante de sí una montaña llena de oro y gemas. Pilas de huesos humanos se veían debajo de ella. Entre esas pilas, había gente caminando y arrastrando bolsas con oro y joyas. Ellos las arrastraban pero no podían llevárselas con todo aquello que su avaricia quería tomar.

Y en la montaña, la serpiente con treinta cabezas estaba sentada, comiendo con placer, durmiendo con placer, y tirando los huesos humanos abajo por la montaña. ¡Esa serpiente siempre tenía su cena servida, siendo esos tesoros, como cadenas pesadas, que encadenaban a las personas a la montaña! ¡Ellos querían tomar más y más, pero sin poder llevárselo!

Dobrynya reunió a las personas dobladas por el excesivo peso y les explicó sobre la serpiente que vivía en la montaña. También les dijo que, las riquezas que verdaderamente pertenecen a una persona, son sólo aquellas que él o ella pueden llevarse a otro mundo, o aquellas que él o ella están dispuestos a regalar. Además, él explicó que sólo la riqueza que es usada para buenos propósitos puede acrecentarse siempre.

La gente empezó a enderezarse y a sentirse libre. Ellos fueron a dar a otros lo que ellos podían llevarse consigo. También fueron a hacer el bien y a esparcir las palabras de Dobrynya sobre la montaña dorada y los verdaderos tesoros humanos.

Ahí la serpiente sintió que algo andaba mal: miró alrededor, pero ya no había humanos, solo oro y piedras preciosas… Sólo Dobrynya estaba de pie frente a la montaña y esperaba por la serpiente.

Así que esta se apresuró hacia Dobrynya, escupiendo fuego fuera de sus treinta cabezas y expulsando humo apestoso.

Dobrynya le dijo:

—¿Por qué estás tan apenada, pobre serpiente?

Todas sus cabezas sisearon a Dobrynya:

—¿Por qué has venido aquí? ¿Estás buscando tu muerte? ¡Bien, sepas que la has encontrado! ¡La gente no te verá en la tierra nunca más! ¡Tomaré tus huesos y los colocaré en un lugar prominente, así otros Héroes no se atreverán a evitar que yo viva siseando como yo quiera! ¡Yo vivo sin penas: todos los días tengo un montón de gente para la cena! ¡Ellos caminan alrededor de la montaña como si estuvieran encadenados al oro. ¡Tú les has liberado, así que sufrirás una muerte horrible!

—Ya veremos quién gana — Dobrynya sonrió, elevó su escudo ardiente, y desenfundó su espada radiante.

La batalla comenzó.

La serpiente escupió fuego fuera de sus treinta cabezas y se abalanzó sobre Dobrynya. Dobrynya reflejó ese fuego con su escudo e hizo caer escamas de la armadura de la serpiente con un golpe de su espada.

Ellos estuvieron batallando día y noche. Y en el tercer día, la serpiente quedó desnuda: ni una sola de las escamas permanecía en su cuerpo. Entonces Dobrynya la cortó en pedazos, y cada cabeza recibió su parte.

Treinta serpientes empezaron a arrastrarse sobre el suelo, pidiendo perdón a Dobrynya…

Y Dobrynya les dijo:

—¡Porque ustedes han matado tanta gente, ustedes vivirán en cuerpos de serpiente y cambiarán su piel cada año hasta que ni ira ni veneno quede en ustedes! ¡Solo entonces les será permitido volverse ranas y lagartijas, y conocer así cómo vivir en la Tierra sin malicia!

Dobrynya volvió hasta la piedra y borró la segunda inscripción con su espada. Esta desapareció, como si no hubiera estado ahí nunca.

… Dobrynya cabalgó directo hacia el lugar donde uno sería asesinado: ¡No es correcto para un Héroe ser asesinado! —pensó. — ¡Iré a dar un vistazo!

Él cabalgaba sin notar nada peligroso.

Pronto una ciudad capital apareció frente a él. Un príncipe recibió a Dobrynya, le sentó en una mesa al lado de él, en el lugar de honor, y le sirvió diversos platillos. Tocadores de salterios comenzaron a cantar y a alabarle; sirvientes, le colocaron un yelmo dorado en la cabeza y le dieron una armadura ornamentada. Cuando la hora de dormir llegó, ellos acostaron a Dobrynya en una suave cama de plumas y le cubrieron con una sábana de seda. ¡Dobrynya estaba rodeado de fama y gloria, pero aún no había peligro!

¡El tiempo pasó, y nada cambió! ¡No había nadie a quien Dobrynya pudiera ayudar, nadie a quien liberar de la esclavitud!

¡Dobrynya se sintió inquieto, ya que no estaba acostumbrado a una vida en la cual él no hiciera nada!

Comenzó a preguntarle a Dios Padre:

—¿Dónde está ese enemigo contra el cual debería pelear?

—El mayor enemigo puede vivir adentro. Si tú has cedido a esas abundantes alabanzas y a la vida en conformidad, si te has olvidado de las penurias de la gente y sobre tu predestinación Heroica —¡este habría sido el final del Héroe-Dobrynya! ¡El logro más difícil es el superarse a sí mismo! ¡Aquel en quien el egoísmo ha muerto y el amor se hace todo-abarcante es, verdaderamente, un Gran Héroe! ¡Tú has resistido esta prueba! ¡No sucumbiste a la gloria y a la fama! ¡No te olvidaste de tu predestinación!

Dobrynya agradeció al príncipe y a sus sirvientes por la recepción y homenaje, y se preparó a sí mismo para el camino.

Él fue hasta la piedra, la golpeó con su espada, y la última inscripción desapareció, como si no hubiera estado ahí nunca.

Entonces Dobrynya cortó la piedra en dos — y la fuente de clara y curativa agua apareció entre las dos partes. Un lago se formó. Desde ese momento en adelante, esta agua clara sació la sed, curó enfermedades, y colmó de alegría.

Peces empezaron a vivir en ese lago.

Pájaros vinieron a ese lago para construir sus nidos.

Animales de gran pelaje del bosque vinieron a beber.

Personas vinieron al lago también. Se bañaron en sus aguas — y la pasión por riquezas mundanas y fama decreció en ellos. Los cuerpos y almas se volvieron puros y llenos de amor.

… Y Dobrynya cabalgó aún más.

Dobrynya cabalgaba a través de bosques y campos. ¡Y parecía que el sol brillaba en su pecho Heroico! ¡No había ningún asunto que estuviera por encima de su fuerza! ¡No había ningún enemigo que pudiera vencerle!

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