Ecopsicologia
ecologia espiritual

Parábola sobre el secreto de la «plegaria sensata» y la adquisición del silencio interior

«Existe la oración superior de los perfectos,
cuando con las aspiraciones impronunciables del espíritu,
ellos se acercan a Dios
Que ve la disposición abierta del corazón.»

De Los Preceptos Ascéticos de Nilo de Sinaí


«(Hay) un estado que consiste en
la contemplación del Único Dios
y en el amor ardiente por Él,
cuando la mente, envuelta en este amor
y saturada por éste,
conversa con Dios de una manera íntima.»

De La Observación de la Batalla Espiritual de Juan Casiano


En un pequeño monasterio vivía un anciano llamado Zosima. ¡Increíbles milagros acompañaban su servicio a Dios! Muchas personas buscaban su consejo, ayuda y la sanación de sus enfermedades, tanto las del cuerpo como las del alma. Pero sólo unos pocos deseaban encontrar el conocimiento que podría ayudarlos a abarcar el Amor de Cristo. E incluso entre estos pocos, ninguno de ellos trataba de aprender aquello que el anciano podía hacer por las personas y por Dios. Esto era así porque consideraban la hazaña de su vida monástica imposible para ellos. Sin embargo, un hombre llamado Nicolás se quedó con el anciano para aprender de él a comunicarse con Dios y a conocerlo.

* * *

Un día Nicolás estaba caminando hacia donde el padre Zosima cuando se encontró con un diácono que repetía una oración: «¡Señor Jesús Cristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, un pecador!»

Habiendo tropezado con Nicolás, el hombre miró al novicio con desaprobación y condenación:

—¡De nuevo vas con el anciano padre, perdóname, Señor! ¿Quieres pasar de ateo a santo inmediatamente?»

—Sí, voy a dónde Zosima, él me llamó, —respondió Nicolás calmadamente.

Él ya se había acostumbrado al hecho de que no le agradaba a algunos habitantes del monasterio debido a la atención que Zosima le brindaba. Y, a pesar de que el prior del monasterio había autorizado al padre Zosima a preparar a Nicolás para el monacato, el nuevo novicio causaba la desaprobación de muchos a causa de la envidia.

* * *

Nicolás entró en la celda del padre. Zosima, como siempre, sabía de antemano sobre su llegada. Nicolás siempre se maravillaba al ver como inexplicablemente el padre sabía quién iba a ir a visitarlo, qué pensaba esa persona y qué problemas le aquejaban.

El anciano, que estaba sentado e inmerso en una calma profunda, miró gentilmente al recién llegado. En la celda había un estado especial que Nicolás llamaba la presencia de Dios. ¡Parecía que incluso el aire estaba lleno con un silencio tierno y transparente!

Ambos permanecieron en silencio por un rato, sentados uno cerca del otro.

Después Nicolás preguntó:

—¿Por qué es tan difícil para los monjes trabajar con la «Plegaria de Jesús»? Una vez oí y leí algo acerca de esta plegaria, también llamada la «plegaria sensata». Cuénteme sobre ella. ¿Por qué no ayuda en el presente? ¿O es verdad que su secreto se perdió con el pasar de los siglos?

—¿Por qué dices que no ayuda? ¡Ayuda!

—Acabo de encontrarme con un hombre que repetía esa plegaria…

—… pero el Amor de Cristo no emanaba de él, ¿verdad?

—Sí…

—Entonces, tú piensas que esta plegaria no ayuda a aquel que no conoce su secreto, ¿verdad?

—Sí…

—¡Pero no hay ningún secreto!

»¡Nunca estuvo oculto de las personas que lo más importante para comenzar la autotransformación individual es aprender el amor del corazón! ¡Jesús enseñó claramente esto diciendo que Dios es AMOR!

»Hubo grandes trabajadores en este Camino que lucharon para poner en práctica los mandamientos de Jesús.

»Ellos buscaban un método que les permitiera sumergirse en el silencio del corazón espiritual. Este silencio se llama hesiquia en griego.* Este es el silencio en el cual la Voz de Dios se escucha claramente.

»Otra cosa que buscaban era la pureza del corazón espiritual, que permitía ver con los ojos del alma la Luz del Espíritu Santo.

»¡Ellos eligieron el modo de vida monástico en el cual todo es sólo para Dios y nada para sí mismo!

»Ellos buscaban los métodos espirituales que pudieran ayudarlos a evitar los pensamientos pecaminosos, mantener la pureza cristalina del alma y vivir en contacto constante con el Señor.

»Y muchos de ellos recitaban la siguiente plegaria: “¡Señor Jesús Cristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, un pecador!” Repetían estas palabras continuamente en cada momento de sus vidas de manera que sus mentes no se desviaran del Señor y que las almas pudieran reverenciar constantemente la Grandeza y Sabiduría de Dios. Y sucedía que debido a este trabajo del alma, la mente se sumergía en el corazón espiritual.

»También llamaban a Jesús para que entrara a sus corazones. ¡No sólo creían en la resurrección de Jesús Cristo, sino que también trataban de sentirlo siempre! Ellos trataban de aprender a hablar con Jesús tal como el Apóstol Pablo lo hacía. ¡Ellos querían tener la posibilidad de pedir consejo directamente a Jesús!

»Sin embargo, para hacer esto, uno debía desarrollar el amor del corazón y dirigirlo al Señor.

»Muchos querían lograr esto, pero no todos tuvieron éxito…

»Ellos no tuvieron éxito dado que para lograr esto, no es suficiente tener sólo el entendimiento y el deseo…

»”Crea un corazón puro en mí, oh Dios…” —mucha gente reza. ¡Pero quién más que nosotros puede limpiar nuestros corazones! ¿Quién hará que nos comportemos de acuerdo con los preceptos de Dios? ¡Somos nosotros quienes debemos trabajar en la purificación y transformación de nosotros mismos como almas!

»¡Y esto debe ser lo más importante en la vida!

»¿Has escuchado que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza*? ¡Esto significa que Dios hizo un hombre maravilloso! ¿Pero por qué esto no es cierto en la vida real? ¿Quizás debamos culpar a las personas mismas por ensuciar las almas?

»¿En dónde, debajo de las numerosas ropas que lo cubren, mora el Origen Divino en cada uno de nosotros?

»¿Cómo puede manifestarse la imagen de Dios en un cuerpo humano?

»¿En dónde está escondida esta imagen?

»¿En qué somos similares a Dios?

»¿Qué conocieron los hesicastas, que comprendieron la Gloria, el Poder y el Amor de Cristo e incluso hablaron sobre la divinización de la carne de sus cuerpos?

»Tal posibilidad se abre cuando un alma humana se conecta con el Alma de Dios y recibe el poder sobre la carne. Entonces las debilidades del cuerpo y del alma comienzan a obedecer la voluntad de esa persona, ¡voluntad que siempre está en armonía con la Voluntad de Dios!

»¿Cómo aprender todo esto?

»Primero uno debe eliminar la maldad del alma.

»Un alma puede ser purificada mediante el arrepentimiento, la humildad y el perdón.

»Es imposible eliminar todos los vicios del alma de inmediato. El arrepentimiento es un gran trabajo dedicado a la corrección de las propias imperfecciones. Durante este trabajo todos los malos pensamientos, emociones y acciones deben ser rectificados.

»Los monjes aprenden gradualmente a experimentarse a sí mismos ante Dios. Cada día de sus vidas ellos luchan por no pecar.

»Y luego el alma purificada se yergue frente a Dios, como si estuviera entre el pasado y el futuro, y dice: “Todo lo que es bueno en mí es para Ti, ¡Oh Dios!, y todo lo que es malo en mí, ¡que sea destruido! ¡Por Ti, oh Dios, no me voy a permitir pecar nunca más!”

»¡Dios necesita tal trabajo de nosotros! ¡Si lo hacemos, nuestro pasado es “lavado”!

»¡Y cuando sólo queda la pureza de la vida el futuro también se purifica!

»En este asombroso momento en el que nos hallamos frente a Dios, el gran silencio se revela a sí mismo. ¡Es tierno, puro e infinito!

»¡Pero uno puede sentirlo sólo dentro del corazón espiritual expandido!

»Ahora puedes comenzar a dominar todo esto.

»He aquí un primer ejercicio simple para ti:

»¿Puedes escuchar cómo repican las campanas? Es como si llamaran a las personas a recordar a Dios…

»¡Este sonido llena el espacio por millas! Se expande más y más… Más allá, el sonido de las campanas no se percibe, pero el silencio continúa extendiéndose…

»Ahora imagina que tú también eres una campana, hueca por dentro y enorme. Esta campana comienza a balancearse… ¡No hay otro sonido más que la llamada silenciosa de Dios Omnipresente! ¡Y el silencio parece resonar!...

»¡Escucha el silencio! ¡En él puedes escuchar a Dios!

… Un silencio tangible llenó no sólo el espacio alrededor de sus cuerpos sino la celda entera… También se expandió en la vastedad sobre el pequeño pueblo situado en la orilla de un ancho río… ¡Se expandía y abrazaba a todos los que aspiraban a Cristo con amor! También abrazaba a aquellos que no conocían este amor… Suavemente, como el aire que todos los seres respiran, el silencio llenaba todo alrededor y pronto penetró en todas las cosas…

—¡Esto es un milagro increíble!... ¡Todos mis pensamientos se detuvieron y sólo el silencio permaneció! — dijo Nicolás asombrado.

—Sí, acabas de sentir el silencio del corazón. Este es el primer paso.

»Después de esto, el silencio puede ser llenado con amor por Dios.

»Mira la vela. Su llama es cálida, suave y brillante. La lengua de la llama se eleva. Y si el aire alrededor de ella no se mueve —esta llama se ve inmóvil.

»¡Que una llama similar se encienda en tu pecho por Dios y déjala crecer, llenando todo el espacio alrededor!

»Y luego ilumina con ella todos los rincones de tu cuerpo, tratando de expulsar todo lo oscuro, pesado y sombrío. ¡Que se “queme” toda la oscuridad!

»Sumerge tu mente en esta llama también.

»¡Que tus brazos también se llenen con esta luz! ¡Deja que esta llama fluya por tus brazos, tal como sucedía con los Apóstoles cuando imponían sus manos para sanar las enfermedades de la gente!

»Que todo tu cuerpo, incluyendo tu cabeza y tus piernas se llenen con esta luz. ¡Que tu cuerpo se llene con esta luz de la misma manera en que un recipiente transparente puede llenarse con agua clara!

»¡Esto debe repetirse muchas veces! ¡Debes trabajar en la transformación del alma y del cuerpo! Y luego, pasado un tiempo, el cuerpo puede transformarse en un recipiente del Espíritu Santo. ¡Se convertirá en la fuente de la Luz de Dios! ¡Así como la llama de la vela emite luz, así tú puedes emitir y llevar el fuego del amor, parejo y suave dentro y alrededor de tu cuerpo!

»Y luego… de hecho, el cuerpo humano puede convertirse en el portador de la Imagen de Dios —¡del Cristo interno!

»¡De esta manera, debes aprender a experimentar la paz del alma y a encender el amor por Dios en ti mismo!

»Ahora, cuando sientas la calidez y la luz dentro de tu corazón espiritual expandido y refinado, ¡llama al Señor Jesús para que entre en él! ¡Y luego serás capaz de conocer que Dios es un Dios Viviente!

* * *

En este punto, el diácono a quien Nicolás se encontró cuando se dirigía hacia la celda de Zosima entró en ella.

El diácono saludó con una reverencia al anciano.

—¡Hola, Rodión! —lo saludó Zosima.

—He pecado, condenando a mi prójimo. ¡Ayúdeme! ¡Dígame cómo expiar este pecado! —dijo Rodión, sin mirar a Nicolás.

—¡Ahí está tu prójimo! Pídele perdón y no pienses mal en el futuro. ¡Eso es todo!

Sin embargo, no resultó tan fácil. Pasaron unos minutos de profundo silencio hasta que Rodión, dirigiéndose a Nicolás, dijo:

—¡Perdóname!

Y la pesadez abandonó el alma de ambas personas, a pesar de que Nicolás no le guardaba rencor al hombre…

—¿Puedes sentir ahora la Dicha de Dios? —preguntó el padre, sonriendo.

Nicolás asintió en silencio.

Y las lágrimas fluían desde los ojos de Rodión…

—¿Cómo debo rezar de ahora en adelante? ¿Cómo debo vivir? ¿Qué debo hacer? —susurró.

Zosima hizo una pausa por un momento y luego comenzó a contar una historia:

—Un día, en el Ayuno de Navidad, llegó una mujer con su hijo para verme. No recuerdo qué me pedía ella, pero lo que dijo su hijo — eso lo voy a recordar por el resto de mi vida. Él dijo:

»—¡Este Ayuno de Navidad significa que el cumpleaños de Jesús se acerca! Quiero hacerle un regalo a Él. Veo que las personas se regalan cosas entre ellas en Navidad pero nadie le da regalos a Jesús… ¡Dígame qué sería lo mejor para regalarle! Pregúntele sobre esto… ¿Y si Él tiene algún sueño y yo no sé cuál es?”

»—¿Y tú mismo has pensado alguna vez qué regalo desearía Jesús que Le dieras?

»—Lo he pensado… He pensado por mucho tiempo qué sería agradable para Él, pero dado que Él vive en los Cielos, tiene todo. Todo lo que Él desea, ¡lo recibe inmediatamente! Es por eso que tengo este problema y hago esta pregunta…

»Luego le dije:

»—¡Jesús enseña a las personas a amar a Dios, el Padre y Creador de todo lo que existe! Y Jesús también nos enseña a amar a nuestros prójimos. Cuando Él estaba predicando, Él dijo que cuando una persona le hace el bien a otra, es como si este bien se lo hicieran a Jesús Mismo. ¡Es ese regalo el que el Señor no puede darse a Sí Mismo! ¡Sólo las personas, haciendo el bien las unas a las otras, pueden dar este regalo a Dios!

»»¡Y las personas pueden hacer esto no sólo una vez por año, sino todos los días! ¡Y esto será una gran dicha para Dios!

—¡Tú, Rodión, también puedes tratar de vivir así!

»¡Y cuando realmente amas a tu prójimo, cada palabra amable que dices puede volverse milagrosa!

Rodión salió feliz de la celda. Quizás, por primera vez en su vida, él sintió qué significa la palabra amor…

Nicolás preguntó:

—¿Por qué no le enseñas lo que me estás enseñando ahora?

—Muchas veces he tratado de enseñar esto a los demás… —dijo el padre Zosima— pero cuando el alma es como una casa desordenada, llena de cosas innecesarias, pensamientos impuros y acciones injustas, cuando una persona no ve esto, no lo entiende y no quiere transformarse para Dios, ¡es imposible ayudarla! El entendimiento le llega muy lentamente a esas personas…

»Hace falta mucha paciencia para enderezar sus vidas aunque sea un poco, ayudarlos aunque sea un poco…

»Ahora Rodión ha dado su pequeño paso hacia la luz y el amor… Pero, quizás, mañana se olvidará completamente de esto…

»Entonces resulta que no es tan fácil aprender a amar a Dios…

»Sin embargo, veo que vas a lograrlo…

* * *

Nicolás recordó nuevamente el increíble milagro de silencio interior y calidez en el corazón que había experimentado.

¡Él trató de llamar a Jesús y sintió que no había suficiente espacio en su pecho para el estado cada vez más grande de amor!...

Nicolás se esforzaba para no perder el maravilloso estado de la presencia de Dios… ¡Y luego él vio a Jesús!

Fue como si todo lo demás hubiera dejado de existir en ese momento…

La celda se había llenado con una Luz suave, transparente y ligeramente dorada. ¡En medio de este resplandor estaba parado Jesús Vivo! ¡Él estaba vivo! ¡No era la imagen de algún ícono!

¡Jesús miró gentilmente en la mismísima profundidad del alma! Su cabello ligeramente rizado caía sobre Sus hombros y se ondulaba con las olas sutiles de luz, como si hubiera una brisa.

Jesús se aproximó a Nicolás y lo tocó con su mano. El cuerpo de Jesús era no material. Consistía de Luz y podía atravesar todo lo material. ¡Pero Su toque era bastante tangible!

Jesús dijo:

—¡Querías verme! ¡Querías saber que soy real! Ahora estoy ante ti: Yo soy El que ha conocido a Dios el Padre. ¡Soy el que ha resucitado en la Luz y en la Verdad! ¡Ahora puedo estar aquí y hablar contigo!

»¡Puedes aprender a hacer Mi Trabajo en la Tierra! ¡Puedes ayudar a las personas a entender las Leyes del Poder Divino, Que controla las vidas de todos los seres!

»¡Puedes ayudar a las personas a vivir de acuerdo a Mis mandamientos de amor en vez de sólo seguir las reglas y rituales establecidos! ¡Para aprender esto, deberás trabajar duro! ¡Te doy Mi bendición para esto!

… Cuando Jesús terminó de hablar, su Rostro comenzó a crecer más y más, cubriendo todo el espacio con una Luz transparente… ¡De la misma manera que el silencio había llenado antes el mundo entero, ahora la presencia de Jesús llenaba todo alrededor! Sus enormes y suaves Brazos sostenían la superficie de la Tierra, el hogar de tantas personas… Entre estas personas, estaban aquellos que amaban a Dios y aquellos que se habían olvidado de Su existencia… Y luego Jesús se volvió incluso más grande… El espacio se llenó con Sus palabras:

«¡Todos ellos son Mis niños! ¡Ámalos como Yo!».

—He visto y oído a Jesús… —susurró Nicolás.

—¡Entonces vive de acuerdo a Sus palabras! —dijo Zosima confirmando que todo era real.

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