La duodécima parábola:
Nacimiento del Inmortal Lao Tsé
Lao Tsé estaba sentado en una profunda meditación.
La llama de un fuego inmaterial iluminaba a Huang Di y a otros Inmortales reunidos cerca de este fuego.
Lao Tsé dijo:
—Esto es todo. El trabajo de mi vida ha terminado. El manuscrito del libro acerca de Tao y Te queda en buenas manos. Los escribas ya han comenzado a copiarlo. Así será guardado por los siglos.
»He finalizado todos mis asuntos y estoy listo para la muerte de mi cuerpo. Estoy completamente preparado para dejar este mundo y pasar a la vida con Ustedes, entre otros Inmortales en la Morada de Tao.
Huang Di respondió:
—¡Bueno! ¡Ven conmigo a las Profundidades, te acepto!
»Ahora disuélvete completamente, tú sabes cómo, en el Gran Unido Nosotros, El Cual llamamos Tao.
A Lao Tsé le pareció que él había dejado su cuerpo material para siempre.
Él se convirtió en la Tranquilidad Transparente del Océano de Tao y en el Fuego Que dimana de Éste.
El antiguo Lao Tsé no existía más. Él se convirtió en uno de los Inmortales Te, Quienes permanecen en la Unidad con el Poder Que crea los mundos materiales y los controla.
Volver a su cuerpo fue una sorpresa total para Lao Tsé. Sin embargo, este cuerpo ya no era igual. Él podía retirar sus partículas fácilmente disolviéndolas en lo sin forma o volver a crear el cuerpo en cualquier lugar.
El cuerpo de Lao Tsé se colmó del Unido Nosotros, y el Océano de Tao se movía ahora junto este cuerpo llevándolo como en la cresta de una ola.
Desde aquel momento, Lao Tsé debería llevar de esa manera la Gran Sabiduría y mostrar el Poder de Tao y Te a las personas encarnadas, percibiendo todo lo que pasaba con ellas desde la Unidad con Tao.