Ecopsicologia
ecologia espiritual

Parábola sobre la Ayuda de Dios y sobre cómo ayudar a las personas

El padre Zosima vivía en el monasterio de una pequeña ciudad de provincia. Él realizaba muchas sanaciones milagrosas y ayudaba a muchas personas a entender sus problemas y a mejorar sus vidas frente a Dios.

Él tenía un discípulo, el novicio Nicolás. Nicolás quería aprender aquellas cosas que el anciano podía hacer, es decir, entender siempre la Voluntad de Dios, ayudar a las personas a curar sus enfermedades y encontrar las palabras adecuadas que pudieran ayudar a cada alma a volverse conciente de sus problemas.

* * *

Cuando el anciano recibía visitas Nicolás a menudo estaba con él. Él trataba de ver y entender cómo Dios permitía a Zosima tocar tan milagrosamente tales profundidades de las almas humanas que sus palabras resultaban curativas para estas personas. Él también trataba de entender cómo, imponiendo las manos, él removía el dolor, restauraba la visión y hacía que tantas otras enfermedades desaparecieran completamente por la Voluntad de Dios; y todo se manifestaba a través del anciano…

Una vez Nicolás preguntó:

—¿Por qué yo no puedo sanar como usted, como Jesús o Sus Apóstoles? Me gustaría ayudar a las personas y sanarlas como usted lo hace, pero no puedo…

Zosima hizo una pausa y dijo:

—No viene enseguida.

»A ti ya te fue concedido ver a Jesús con la vista del alma. Ya puedes oír la Voz de Dios a veces. Pero así y todo estás quejándote…

—Sí, he aprendido a escuchar a Dios —¡fue fácil! Pero quiero sanar como usted…

—Ahora es el orgullo el que habla en ti, diciendo que no puedes obrar milagros. ¡Deberías aprender a reconocer la Providencia de Dios en todo!

»¡Algunas veces es posible cumplir con el Deseo de Dios sólo con la ayuda de tus propias manos o diciendo palabras simples! El milagro de la bondad puede realizarse en el trabajo ordinario si el amor del corazón le da fuerza. ¡Mientras que nuestras manos trabajen para Dios ellas están conectadas con las Manos Divinas!

—Yo entiendo todo esto y estoy aprendiendo. Y aún así no puedo hacer lo que tú haces. Simplemente pones tus manos y la persona resulta sanada…

—¡No estés triste! ¡Continúa trabajando y aprendiendo para ser capaz de encontrar en cada conversación las palabras apropiadas para aliviar el dolor emocional, dar esperanza y explicar el significado de la vida! ¡A través de las palabras y de la calidez del corazón la gran sanación de las almas puede ser realizada incluso sin milagros visibles!

»¡A través de esto algunas veces es posible ayudar a alguien incluso en mayor medida que a través de sanaciones milagrosas!

—Aun así, ¿me va a enseñar cómo sanar?

—¡Claro! Empecemos ahora mismo.

»¡Existe el Gran Silencio! La Sabiduría Divina y el Poder se adquieren dentro de él. ¡Permaneciendo en el amor del corazón ya has aprendido a entrar en este Silencio! Aquí, dentro de él, se hace claro para el alma que Dios siempre vive cerca de nosotros. ¡Dios nos abraza desde todos lados! Dios está en todas partes: a la izquierda y a la derecha, adelante y atrás, arriba y abajo —¡no importa qué tan lejos nos vayamos!

»¡En cada brizna de pasto, en cada árbol, en cada pájaro, en cada flor o animal con pelaje, la vida se mantiene por el Poder de Dios! El Amor de Dios mora cerca de cada alma. ¡Sólo es necesario mirar con atención!

»¡Todo y todos son alimentados y lavados por Su Dicha y Caricia!

»¡Su Luz dadora de vida lo impregna todo! Así como el aire que todos los seres vivos respiran está adentro y afuera de cada criatura — tanto de los grandes como de los pequeños— y cada criatura vive porque respira —¡así la Luz de Dios, percibida por el corazón espiritual, está dentro y fuera de todo y todos!

»¡Todo y todos están llenos con la vida que viene de Él: de Su Amor y Omnipotencia!

»Si aprendes a amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma entonces aprenderás a sentir el aliento de la Luz de Dios en cada ser y serás capaz de ver y entender la Voluntad de Dios en cada una de Sus manifestaciones.

»¡Y a través de esto te llegará una gran Paz, Paz dentro de la Cual el Amor de Dios reina totalmente!

»¡Dentro y fuera de tu corazón espiritual, así como dentro y fuera de esta celda, Dios es Omnipresente, Omnipotente y Amoroso! Imagina, con tanta fuerza como puedas, la Grandeza y la Infinidad de Dios, Quien creó todo. ¡Y luego abre tu corazón espiritual desde adentro y sal! ¡Sal, como si salieras de una celda estrecha, hacia la Luz de Dios, Que está en todos lados!

»Esta Luz es el Espíritu Santo, ¡el Gran Hacedor de la Voluntad de Dios! ¡En esta Luz están los Brazos de Dios llenos de Amor! Aparecen en esta Luz cuando hay algún trabajo para Ellos. Como de la nada, estos Brazos amables aparecen y son capaces de hacer cualquier cosa. Ellos, en particular, pueden sanar, dirigiendo el flujo del Poder dador de vida de Dios hacia los cuerpos.

»Si tú, con amor y olvidándote de ti mismo, haces el bien, ¡Dios trabaja a través tuyo! ¡Y pronto lo que parecía ser imposible se vuelve realizable! ¡El Poder Infinito de Dios está detrás de todas las acciones de aquel que hace el bien en armonía con Dios! ¡Maravillas comienzan a suceder cuando esta persona entiende que no trabaja sola sino junto con Dios y que Dios trabaja a través de ella!

… Nicolás continuó tratando de aprender cómo entrar en Unión con el Espíritu Santo, cómo percibir los Brazos Divinos, cómo ver el Poder de Dios entrando en los cuerpos humanos para sanarlos…

* * *

En cierta oportunidad un monje del monasterio fue a la celda del padre Zosima…

Estaba pálido y sostenía su vientre con ambas manos…

—¡Padre, sáneme, ayúdeme! Sufro de dolor de estómago, no puedo soportarlo más… —gemía lastimeramente.

—Ve al hospital, a ver al doctor Fyodor, él te va a ayudar… —dijo Zosima, casi sin mirar al monje.

—¿Por qué sanas a los extraños pero no quieres ayudarme a mí? —dijo el monje ofendido.

—¡Porque tú, monje, hiciste tus votos a Dios, pero no los guardaste! ¡Comiste carne y bebiste vino! ¡Así que te mereces el dolor! —dijo Zosima con una voz suave pero severa.

—¡Pero he confesado este pecado! ¡Nuestro prior me dio la absolución!

—¡Te digo que vayas al hospital! ¡Ellos te van a tratar! Además, pídele a Dios que te ayude a ver de qué no te has arrepentido y qué es lo que está mal en ti. Que Dios te ayude a entender qué es la pureza de una vida monástica y cuáles son los pecados cometidos a causa de los propios deseos…

El monje se quejó aún más fuerte del dolor, esperando provocar la lástima y la compasión del padre. ¡Y de hecho su dolor aumentó!

Recuperando su aliento con dificultad, se sentó en una banca.

Nicolás, que había observado todo lo que había sucedido, le preguntó al padre:

—¿Puedo tratar de ayudarlo? ¡Realmente quiero aprender a sanar!

—¡Sí! ¡Puedes ayudarlo! ¡Acompáñalo al hospital!

—¡No hablo de eso!...

—Haz como quieras… —dijo el padre y salió de su celda hacia el jardín del monasterio, que empezaba justo al cruzar la puerta.

* * *

Nicolás trató de hacer todo como Zosima le había explicado. Él vio la Luz del Espíritu Santo y los numerosos Brazos Divinos Que estaban en esa Luz. Pero esos Brazos no le obedecían, como si la Luz no quisiera sanar…

Nicolás atribuyó estas dificultades a su falta de habilidad y, con más poder aún, trató de aliviar el dolor del monje.

Y, al parecer, él finalmente logró hacerlo.

La sorpresa del monje no tenía límites:

—¡Qué te parece! ¡Tú también puedes sanar! ¡El dolor ha desaparecido como por arte de magia! ¡El anciano no pudo sanarme pero tú sí! ¡Está envejeciendo aparentemente! ¡Fíjate! ¡Nicolás aprendió a hacer milagros!

—Agradece a Dios por tu sanación… —dijo Nicolás en voz baja, exhausto.

El monje se persignó devotamente y se fue…

—¡Lo hice! —con estas palabras Nicolás recibió a Zosima que entraba en la celda.

—No estoy seguro… —dijo Zosima tranquilamente.

—¿Piensas que la enfermedad volverá a él?

—Veremos… ¡Cada uno es responsable ante Dios por sus pecados! La única manera de ayudar en tales casos es explicar cómo uno puede transformarse limpiando el alma.

»Debemos permitir que las personas reciban las lecciones de Dios…

* * *

A la mañana siguiente Nicolás se despertó a causa del dolor. Todo lo que le estaba sucediendo al monje enfermo de ayer comenzó a sucederle a él.

Su primer impulso fue ir a donde el padre y pedirle su consejo y ayuda.

Pero, a causa de este pensamiento o a raíz de los intentos de mover su cuerpo, lleno de sufrimiento, el dolor aumentaba.

Entonces Nicolás le preguntó a Dios sobre esta situación. Le llegó el entendimiento de que la sanación de ayer no fue beneficiosa para el paciente: la sanación del cuerpo, obtenida tan fácilmente, había causado un daño al alma. El alma no aprobó la lección acerca de la pureza de la vida monástica que Dios quería enseñarle. El monje no comprendió el mal que estaba en él y que podía ser corregido.

Nicolás comenzó a disculparse por su error y también comenzó a pensar cómo hablar con el monje para ayudarlo a entender.

El dolor comenzó a ceder. ¡El Océano de la Luz del Espíritu Santo lo abrazó tiernamente desde todas las direcciones! ¡El cuerpo, que casi había dejado de sentir dolor, se veía pequeñísimo e insignificante dentro de este Océano! Nicolás trató de limpiar el cuerpo y de llenarlo con esa Luz, pero no tenía suficiente fuerza para hacerlo.

En ese momento Zosima llegó:

—¡Aguanta un poco más! ¡Se va a terminar justo ahora!

El padre se sentó y palmeó a Nicolás en la cabeza como una madre que conforta a su pequeño hijo malcriado que no escucha sus consejos.

—¡Sí, ya pasó! —sonrió Nicolás, sintiendo como el último vestigio de dolor abandonaba su cuerpo. Él sonreía dichosamente y, de hecho, se sentía como un niño travieso: ¡el anciano sabía de antemano que la sanación no debía realizarse, pero él deseaba mucho hacerlo! ¡Él quería sentirse como un sanador!...

Como respondiendo a sus pensamientos, el padre dijo:

—No todo lo que deseamos hacer se nos está permitido. A veces Dios enseña a la gente a través del dolor. Sucede que no son capaces de entender de otra manera. ¡Y es un error aliviar este dolor antes de que Dios lo permita!

—¿Pero por qué me sanaste ahora entonces?

—¡No fui yo, sino Dios! Luego de haber comprendido todo —¡Dios te ayudó!

»Yo también soporté mucho dolor hasta que comprendí que debo obedecer a Dios siempre.

»Las personas pueden agradecer a Dios incluso por el dolor: ¡por el entendimiento que trae!

»¡Antes de ayudar a alguien a través de la sanación sería correcto entender qué es bueno y qué es dañino para esa alma!

»Sin embargo, siempre es mejor tratar de ayudar antes que no hacer nada por miedo a “lo que pueda pasar”. ¡Sin ayudar nunca aprenderás a ayudar sabiamente!

»¡Ahora debes dominar la Gran Tranquilidad de Dios! ¡Si aprendes esto comenzarás a cometer menos errores! ¡No te apresurarás con tu ayuda prematura en contra de la Voluntad de Dios!

»¡Dios será capaz de manifestar Su Voluntad a través de ti cuando tu voluntad se una con Su Voluntad — y sólo Su Voluntad exista!

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