Ecopsicologia
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Parábola sobre el TemploHabía un pequeño monasterio en una ciudad de provincia. Un anciano padre llamado Zosima vivía en ese monasterio. Los rumores sobre él habían llegado hasta la capital. El anciano era conocido a causa de los milagros Divinos que acompañaban muchos de sus actos y palabras, y su consejo ayudaba profundamente a muchas personas. Un día el prior del monasterio, el archimandrita Ignacio, recibió la información de que un ministro visitaría al anciano. ¡Ese hombre no sólo era un ministro, sino una persona allegada al monarca! El prior llamó a Zosima y le dijo: —Mañana va a visitarte. ¡Debes hacer tu mejor esfuerzo, Zosima! ¡Sería grandioso si él donara dinero a nuestro monasterio, así podríamos construir un nuevo templo! ¡No lo dejes ir sin que eso suceda! Zosima bajó su cabeza y dijo tranquilamente: —¿Qué estás diciendo Ignacio? ¿Por qué piensas así? Todavía no sabemos si podremos ayudar a esta persona y tú ya estás especulando con los regalos de gratitud que pueda darnos… Ignacio no estaba acostumbrado a que nadie se oponga a sus palabras y respondió con mucha severidad: —¿Tú me quieres enseñar, Zosima? ¡De esta manera estarías velando por el bien del monasterio! ¿Quieres que la gloria del obrador desinteresado de milagros sea para ti solo? ¿Has olvidado que llegaste a esta casa como un pordiosero? ¿Recuerdas cómo fuiste recibido generosamente aquí en memoria de nuestra vieja amistad? ¿Entiendes que con mi permiso tú vives aquí sin necesidad de seguir algunas de nuestras reglas más estrictas? —¡No lo he olvidado, Ignacio! ¡No he olvidado nuestra amistad! ¡También recuerdo cómo me recibiste! Yo siempre recuerdo todo lo bueno y olvido todo lo malo y desfavorable como si no hubiese ocurrido… —¡Si recuerdas entonces puedes retribuirme a mí y a la casa que te recibió! »¡Conozco cómo piensas y actúas! ¡Si tuvieras autoridad donarías todas las propiedades del monasterio! ¡Mira qué hospital hemos construido gracias a las donaciones! ¡Pero aún no tenemos un templo nuevo! »Este, Zosima, quizás sea el sueño de mi vida, ¡que un nuevo templo quede como el legado de mi administración! Ya no somos jóvenes, ¡y debemos preocuparnos por lo que vamos a dejar en la Tierra al marcharnos! —Yo no puedo pedirle esto… Tú mismo puedes hablarle más tarde si todo sale bien… Invítalo a una cena y cuéntale de tu sueño. »Me voy… —dijo Zosima en un tono aún más bajo, casi susurrando. Bajó la cabeza como si estuviera avergonzado y estaba a punto de encarar la puerta. —¡Promete, por lo menos, que tratarás de hacer tu mejor esfuerzo con el ministro! —dijo el prior, ya más amablemente. —Lo siento, Ignacio, ¡no puedo prometerte nada! Todo esto depende de ese hombre y de Dios… Tú y yo somos sólo sus sirvientes, sólo los instrumentos de Su Gracia… * * * Al día siguiente, todo el monasterio estaba agitado porque nunca antes había recibido un visitante de ese rango. ¡Un monje corrió a ver al padre Zosima y dijo que el ministro ya había llegado! Sin embargo, Zosima dijo: —Que espere. Que se siente en la sala donde todos esperan. Dios trajo a otras personas antes que él, así que debo escucharlas primero. —¡¿Qué estás diciendo, Zosima?! ¡¿Te volviste loco o qué?! ¡Es un ministro! ¡¿Cómo puedo hacerlo esperar?! ¡Ayer fuiste informado de que él vendría! —¿Y qué? ¿Un ministro no es un humano? ¿Y qué es un humano? Un alma que vive ante Dios, revestida por el cuerpo… ¡Y los grados que se le asignan a ese cuerpo no le interesan a Dios! ¡Él diferencia a las personas de otra manera! Así que espere su turno. —¿Pero cómo puedo decirle eso? ¡Tú, Zosima, ve y díselo tú mismo! —Ya se lo he dicho —sonrió Zosima… De hecho, el ministro estaba en ese mismo momento enfrente de la puerta en compañía de otro monje, y había escuchado todo lo que el anciano padre, hablando deliberadamente en voz alta, había dicho… Para sorpresa de todos, el ministro hizo una reverencia frente al padre Zosima y dijo en voz baja: —Está bien, voy a esperar… A Dios en el otro mundo Le interesan otras cosas de las personas a diferencia de lo que se considera importante en este… Muéstrenme en dónde puedo sentarme. Zosima se preparó serenamente para escuchar a sus visitantes. El ministro fue acompañado a la sala en donde el resto de las personas esperaban para ser recibidas por el anciano padre. * * * El ministro tenía un cuerpo grande y alto de unos cincuenta años o más. Ya tenía algunos mechones grises y vestía con una levita negra en vez del uniforme de gala. Era evidente que se había estado preparando para esta visita y que había estado reflexionando mucho… Cuando el monje que lo acompañaba dijo que reportaría al prior lo sucedido para hacer que el padre lo recibiera, el ministro se opuso calmadamente: —¡No! ¡Déjalo hacer su trabajo! ¡No lo molesten! Esperaré. ¿Cuántas personas esperan en fila por mis audiencias cada día? ¡Así que ahora es mi turno de esperar en la fila por la Gracia de Dios! Se sentó en una banca al lado de una anciana decrépita de unos ochenta años… Ella estaba tejiendo unas medias muy rápidamente, moviendo habilidosamente sus agujas de tejer y, al mismo tiempo, sin siquiera mirar a su obra, le decía palabras tiernas de consuelo a su vecino que estaba enjugándose las lágrimas con un pañuelo: —¡¿Recuerdas que te dije que no nos enviarían de vuelta?! ¡Dios es real! ¡El anciano padre va a recibirnos a todos! El ministro no era estúpido y comprendió que «ellos» querían mandar de vuelta a todos los visitantes para que el anciano padre lo escuchara sólo a él. Miró con curiosidad a la anciana. Ella también, en respuesta, le prestó atención: —¡No se preocupe, querido señor! ¡No voy a hacerlo esperar! ¡Volveré en un momento! ¡El padre me ha ayudado mucho y ahora simplemente quiero darle algunas medias y manoplas para que él pueda dárselos a buenas personas! Ella señaló una bolsa de lona que estaba llena de sus artesanías: algunas pequeñas para los niños, otras grandes para los adultos. —¿Quiere, querido señor, que le dé unas medias también? ¡Son abrigadas! ¡Podrá ponérselas a la noche y dormir muy bien! Con estas palabras, ella sacó un par de medias de lana de su bolsa y se las pasó al ministro. Él, con un ligero temblor en las manos, las tomó… —¡Déjeme que se las compre! De esa manera se hará con un dinero extra —dijo, ofreciéndole un billete de gran valuación. —¿Qué está diciendo? ¡Esto es un monasterio, no un mercado! ¡Acepte las medias, son para su salud! Se mantuvieron en silencio por un tiempo y luego el ministro preguntó: —Dígame, si no es un secreto, cómo la ayudó el padre. —Sí, mucho sufrimiento cayó sobre mí…El Señor se llevó a toda mi familia, pero me dejó a mí, la anciana, aquí. Me sentaba cerca de las tumbas de mis parientes pero no tenía lágrimas para llorar… Me puse gris de la tristeza… No sabía cómo pedirle al Señor que me llevara con Él también… No me era posible vivir: ¡No tenía medios para hacerlo ni tampoco una motivación! ¡Pero la muerte no llegaba! »Entonces un peregrino se apiadó de mí y me llevó ante el anciano padre. »¡Él me enseñó a vivir alegremente con Dios de manera que mis parientes en el otro mundo no se entristecieran al ver mis lágrimas! ¡También me aconsejó que me consiga una cabrita, mi Marusinka! Así es como vivimos ahora. ¡Ella es el “sostén de la familia”! »En el verano, vamos juntas a juntar hongos, bayas y hierbas medicinales. En el invierno, hilo su lana y tejo manoplas y medias para niños y adultos. ¡Son como una familia para mí!... »La última vez el padre me dio a entender que no iba a tener que esperar mucho: moriría pronto, ¡gracias Señor! ¡Es por eso que me apuro a dar todo lo que tengo, el invierno se acerca! »¡Mis vecinos prometieron hacerse cargo de mi cabrita, para que mi Marusinka no muera!... »¡Oh! ¡Ya es mi turno! ¡Probablemente lo he aburrido con mi plática, mi querido! ¡Perdóneme!... Ella rápidamente tomó su tejido y su bolsa y se apresuró para ir donde el anciano padre. * * * Llegó el turno del ministro. Zosima lo recibió amablemente: —¡Entra, Alexei! ¡Me alegra mucho que hayas esperado tranquilamente! ¡Eso ya ha sido de ayuda para ti! —Ahora dime, ¿cuál es tu miedo? —¡Es una tontería! ¡Me avergüenza decirlo! Pero no puedo superar este miedo… »Una vez una adivina me dijo que sería asesinado por un terrorista revolucionario… »¡Y ahora sospecho que cada persona desconocida es mi asesino y que esta persona va a sacar un arma y dispararme! O, al ver un paquete sospechoso en las manos de alguien, inmediatamente pienso: “¡Una bomba!”. ¡He duplicado mi escolta! ¡Temo viviendo en mi casa! ¡No puedo dormir por las pesadillas!... »Ya me he confesado y comulgado… He pedido que mi casa sea santificada… He ido con doctores… Tomo píldoras para dormir… ¡Pero nada ayuda! »¡Entiendo con mi mente que todo esto es una tontería, nadie puede escapar a su destino! ¡Y sé que la muerte puede llegarle a cualquiera en cualquier momento y que todo es según la Voluntad de Dios! »¡Sin embargo este miedo sigue torturándome! ¡Vivo como en el infierno!... ¡Ayúdeme! ¡No sé qué debo hacer!... En este punto, el padre repentinamente se paró y le tiró algo al ministro… Esta cosa lo golpeó en el pecho… El ministro, desmayado por el susto, cayó pesadamente sobre la banca… … Pudo ver su cuerpo desde arriba… Y el objeto que el anciano le había tirado estaba rodando lentamente por el suelo… ¡La Luz Viviente —dulce y amable— estaba por todos lados! Y se le permitió a Alexei entrar en esta Luz… ¡Se sentía tan bien allí, era imposible de expresar con palabras! Después sintió que algo gris, como una pesada carga, lo tiraba fuera de la luz. Vio en qué consistía esta carga que no le permitía permanecer en la Luz… Vio su vida entera: sus graves faltas ante Dios y aquellas cosas buenas que había hecho y también lo que podría hacer en el futuro… … Cuando el ministro se encontró nuevamente en el cuerpo, el padre Zosima estaba parado cerca de él ofreciéndole una copa de agua: —¡Beba algo, Alexei! El ministro comenzó a beber esta agua de a sorbos, asimilando lentamente lo que le había pasado. El padre se sentó cerca. Las palabras eran innecesarias. El entendimiento estaba penetrando en el alma. Estuvieron sentados así por un largo tiempo, inmersos en el silencio en el cual la Presencia de Dios es tan vívida. Dentro de ese silencio, el entendimiento llega sin palabras. —Ya no va a tener más ese miedo ocioso y estúpido porque ha conocido su propia muerte. ¡Pero no olvide en el ajetreo de la vida terrenal lo que Dios le ha mostrado! Si corrige el mal dentro de usted y hace el bien que le queda por hacer, entonces no vivirá en vano su vida en la Tierra —dijo Zosima lentamente luego de un largo período de silencio. —Dígame, padre, ¿qué me arrojó usted en vez de una bomba? —Era un ovillo de lana hilada que la vieja Matrona se olvidó aquí; ¡ya ha visto cómo nos ha servido! —sonrió Zosima con ternura. … El ministro fue a comer con el archimandrita Ignacio. Y los otros visitantes comenzaron a entrar nuevamente a la celda del padre… * * * El ministro comenzó, de hecho, a tratar de hacer muchas cosas buenas. Accedió al pedido del archimandrita Ignacio y envió mucho dinero para la construcción de un nuevo templo en el monasterio. … Un día, el novicio Nicolás, observando el proceso de construcción del nuevo templo, le preguntó a Zosima: —¿Cómo gastaría este dinero si le hubiera sido dado a usted? —¡No es problema mío decidir eso! ¡Para nuestro prior este templo es una gran dicha! ¡Lo es también para muchos monjes! También es importante para la congregación… El anciano sonrió y agregó: —Ignacio tenía razón: ¡Yo nunca sería un buen prior para el monasterio! Probablemente le hubiera dado este dinero a Aksinya, la que una vez te envió a mí. Entonces ella podría abrir un orfanato y un asilo temporario para las personas en problemas. Ella puede discernir a las personas y, a través de su atención, proveer de la ayuda necesaria a todos. »¡No es sólo a través de los templos terrenales que las personas pueden acercarse a Dios! ¡La Presencia de Dios puede sentirse en todos lados! ¡Y todos debieran siempre cumplir con Su Voluntad! »Una de las tareas principales del alma que vive en la Tierra consiste en construir un Templo dentro de ella, ¡un Templo para el Dios Viviente! »¡Este Templo debería erigirse en el corazón espiritual lleno de amor! ¡En tal caso, Dios puede vivir en este Templo construido para Él! ¡Dios vive en el corazón espiritual de tal persona! ¡Y esta persona gradualmente se vuelve inseparable de Dios! ¡Esta alma se convierte en el Alma de Dios! »¡Tales Almas son invitadas a la Vida Eterna! »¡Por el contrario, aquellas personas que no buscan a Dios en sus vidas terrenales no pueden encontrarlo tras la muerte tampoco!... Resulta que han vivido en vano: han perseguido las cosas equivocadas y actuado en forma incorrecta… —¿Significa esto que su existencia en la tierra ha sido completamente inútil? —Dios no crea nada inútil. Todo tiene su uso y propósito. Esto vale para la vida de cada criatura, sea un animal, un árbol, una hierba o una mazorca. »Pero la predestinación de cada ser es diferente, y el beneficio que Dios obtiene de sus vidas terrenales es diferente también. »¡Es importante para las personas comprender el significado de sus vidas! »Las personas son diferentes de las otras criaturas que no pueden entender su predestinación aunque la tengan. En otras palabras, ellos no pueden entender qué beneficio pueden traer con sus vidas… »¡Pero las personas pueden comprender esto!... »Aquí hay un ejemplo para ti: »¿Ves a esas personas que están construyendo el nuevo templo ahora mismo? »Entre ellos, están los que piensan sobre su trabajo como una actividad durante la cual acarrean piedras. »También están los que piensan que hacen este trabajo para recibir algo de dinero y vivir bien. »Por otro lado, están los que ponen sus esfuerzos en esta actividad porque creen que están construyendo un templo terrenal para Dios, y consideran esto como lo más importante. ¡Por esta razón tal trabajo les trae la dicha! »Como en este ejemplo, podemos vivir como si cargáramos piedras pesadas, sin verle el sentido a nuestras vidas. ¡Y tal existencia no nos traería ni luz ni alegría! ¡Y recogeríamos de esto muy poco beneficio para nosotros! »También podemos vivir haciendo nuestro trabajo como una obligación, algún deber por el cual ganamos dinero: si trabajamos bien, ganamos mucho dinero; si no, sólo una pequeña cantidad. »En cambio, ¡podemos vivir siendo concientes del significado de nuestras vidas en frente del Padre Celestial! ¡En este caso nuestras vidas cambian completamente! »¡Cuando vivimos de esta manera hacemos todo, ya sea una pequeña o una gran tarea, con amor por Dios! ¡Cada día de nuestras vidas se vuelve importante entonces dado que cada día ponemos nuevos “ladrillos” en la construcción de nosotros mismos como almas! ¡Cada buena acción se convierte en uno de esos “ladrillos”! »¡Y el amor crece en nuestros corazones espirituales! ¡Y nos percibimos cada vez más y más frente a Dios! ¡Entonces Dios se convierte para nosotros en un Asistente, Consejero y Amigo durante la ejecución de cada acción! »¡Entonces comenzamos a construir el Templo de Dios en nuestros corazones espirituales! »… Los templos terrenales son necesarios. Pero son sólo símbolos que nos recuerdan sobre el hecho de que Dios también vive aquí en la Tierra y que Él siempre nos está observando. ¡Los templos terrenales nos recuerdan sobre el Cielo, sobre la otra vida y sobre nuestro Padre Celestial! »Sin embargo, en los templos terrenales, podemos estar como una estatua de madera sin ninguna emoción, sin sentir la Presencia de Dios. »O podemos ser todo lo opuesto: en cada lugar en el que nos encontremos, sentir a Dios en el Templo construido en nuestro corazón espiritual. En este caso, nos volvemos inseparables de Dios. ¡Y el Camino al Cielo se abre! »¡Transformarse a uno mismo en tanto que un alma, convertirse en un alma parecida a una gran vela ardiente, que brilla y disipa la oscuridad, también es un trabajo que se hace para Dios! »¡Implica transformarse a uno mismo como alma en el Fuego del Amor de Dios que ilumina el Templo del Corazón y todo el espacio alrededor! »No todos consideran esto como un trabajo… »¡Pero es el trabajo más importante en la vida humana porque se hace para Dios! »… La llama de una vela no es grande. Pero la esperanza nace cuando miramos su luz: es como si la oscuridad ya no tuviera poder en ese lugar en donde arde la vela… »Por otro lado, ¡el Fuego del Amor encendido en el corazón espiritual puede ser gigante! »… ¡Todos pueden vivir una vida de luz y dicha, iluminada por el amor del corazón espiritual! »¿Por qué aparece la luz en el corazón espiritual? ¿Y por qué sucede que a veces no hay amor en el alma? »¡La Presencia de Dios en el corazón espiritual enciende la Luz Divina en el alma! »¡El Amor de Dios fluye desde el corazón de esa persona y comienza a encender otros corazones con esta Luz-Fuego! »¡Y después el Fuego del Amor puede volverse más y más fuerte en las almas! »¿Has escuchado la palabra “hogar”? La gente se refiere así a una casa en donde reina el amor. Sin embargo no puede denominarse así a una casa donde no hay amor. »¡Las personas en las que el Amor de Dios se ha vuelto fuerte pueden convertirse en el Fuego Que calienta, alimenta y protege a todo y a todos alrededor! »Y no es necesario para tales personas vivir como una familia en una casa. De la misma manera, es posible construir una relación así con cualquiera si recordamos que todas las personas son los hijos de Dios, ¡hermanos y hermanas entre sí! »¡Estas personas pueden llevar la Luz de Dios y ser Ella! »¡Si el Fuego del Amor arde en los corazones cada vez con más fuerza, entonces estas personas conocen qué significa tener el Corazón de Cristo! ¡En este caso, ellos conocen el Amor de Dios que Todo lo Abraza! »¡Y desde ese momento la Fuente del Amor Inextinguible de Dios brilla en el alma! ¡Es como un Sol! ¡El Sol ilumina por igual a todas las criaturas y las calienta! »¡Así deben construirse e iluminar los Templos de Dios! ¡Y luego debemos brillar desde Él sirviendo a Dios y a las personas de esta manera! |