Ecopsicologia
ecologia espiritual

La segunda parábola:
¡Construye el Palacio Celestial en tu corazón espiritual!

Lao Tsé caminaba sin prisa por un sendero.

Invisible para los extraños, su Maestro Huang Di le acompañaba.

Ninguno de aquellos que pasaban cerca podría haber escuchado su conversación, ni tampoco habría notado algo extraño si los hubiera observado.

Lao Tsé recobraba gradualmente su facultad de ver y escuchar a su Maestro.

—¿Cómo puedes venir aquí desde la Morada de Tao? —preguntó Lao Tsé.

—¡Es fácil! —dijo Huang Di y sonrió—. ¡Es mucho más fácil que entrar en la Morada de Tao!

»¡El amor une tan fuertemente que ni siquiera la muerte del cuerpo puede romper esta unión! ¡Todo lo que amamos sinceramente se guarda en forma segura en la memoria del alma!

»¡Yo te recuerdo! Ahora tú también trata de recordar cómo era tu vida Conmigo en tu encarnación anterior. ¡Trata de recordar la Casa Universal, donde todos aquellos que han conocido a Tao alcanzan la Unidad!

»Aquel que por lo menos una vez ha entrado en esta Unión en la Morada de Todos los Perfectos retiene tal facultad para siempre. ¡Y un día esta memoria despierta al alma y la llama de nuevo a ponerse en el Camino que lleva a la Unión con Tao y al fortalecimiento de esta Unión! ¡Así como un río se apresura hacia el mar, tal alma, después de haber nacido de nuevo en el mundo material y madurado allí, se apresura hacia la Infinidad de Tao! ¡Tales almas buscan la Unidad, en la cual hallan la Felicidad Suprema! ¡Y si recogemos todos los placeres del mundo material y los colocamos en un platillo de la balanza, éstos no podrán preponderar sobre aquella Gran Felicidad!

»¡El sabio escoge la Joya de la Unión con Tao! ¡El sabio prefiere esta Felicidad a todos los placeres del mundo material!

—¿Podrías reconstituir Tu Cuerpo para que yo pueda abrazarte? —preguntó Lao Tsé.

—¡Puedo hacer todo! Pero será mejor si Me abrazas sin la participación de nuestros cuerpos. ¡Haz esto con los brazos de la conciencia, del alma! ¡No voy a mimarte con «milagros para niños»! Pronto recordarás todo, y aquellas cosas que ahora percibes como milagros se convertirán en tu usual conocimiento y estilo de vida.

»¡Mientras tanto, abrázame con fuerza, Mi amado!

El Gran Huang Di Mismo, en Su Apariencia transparente, estiró Sus brazos para abrazar a Lao Tsé.

La agudeza del contacto de las almas era mucho más fuerte que los abrazos similares con las personas encarnadas.

En aquel momento el Maestro y Su discípulo se unieron como almas.

Aquel que alguna vez ha experimentado esto comprenderá la importancia de este suceso.

Y aquel que no lo ha experimentado aún, lo podrá hacer algún día.

Huang Di continuó Su lección:

—¡Ahora recuerda qué es lo que debes hacer para permanecer firmemente en el Palacio Celestial, el cual deberás crear a partir de tu dantian central! ¡Allí podrás verme y experimentarme en cualquier momento!

»¡Ten siempre en la memoria que la innumerable multitud de objetos materiales y diversos eventos no son nada más que las manifestaciones externas de la vida. La mente humana va de un objeto externo o evento a otro. La mente examina el pasado o sueña con el futuro… ¡Sin embargo, es posible domarla y enseñarle la quietud! Para esto, hay que desplazar la atención de lo exterior a lo interior.

»Esto se logra si uno sumerge su mente en el dantian central o, lo que es lo mismo, en el chakra anahata.

»Luego aquí uno puede limpiar el espacio y crear el Palacio Celestial del alma. Solo después de esto, la Infinita Conciencia Divina llamada Tao podrá vivir allí con una Parte de Sí Misma.

»¡En otras palabras, el Palacio Celestial para Tao debe construirse en las inmensas profundidades del corazón espiritual humano desarrollado!

»¡Al lograr esto, uno mismo también podrá vivir en las cámaras internas de este Palacio sin afligirse por las desgracias y sin regocijarse por los éxitos, pero conociendo al Fundamento de todo, a Tao!

»¡Si me invitas a esta casa, vendré desde Mi Casa, la Morada de Tao. ¡Vendré una y otra vez hasta que tú mismo puedas ir a Mi Casa y establecerte ahí para siempre! ¡Esta es la Casa Divina e Infinita de todos los Te! ¡Allí todos Ellos forman Uno Solo y esta Unidad se llama Tao!

»¡Así que tu corazón espiritual puede ser una casa para Te, Tao y para ti mismo!

Lao Tsé comenzó a sumergirse en su corazón espiritual conscientemente, y no de manera espontánea, como le había pasado antes cuando toda el alma se convertía en amor debido a las emociones que lo embargaban durante su comunicación con Huang Di.

Con todo, aquel espacio en su pecho no era todavía lo suficientemente grande ni transparente.

Huang Di continuó:

—Experimenta los brazos del alma, es decir, los brazos del corazón espiritual consustanciales con éste. ¡Puedes usar estos brazos para limpiar ese espacio y poder invitarme allí!

»No has limpiado este lugar por mucho tiempo. Es por eso que las cámaras internas del alma se volvieron parecidas a una casa donde nadie ha vivido desde hace mucho.

Huang Di dejó a su discípulo por un rato, y Lao Tsé comenzó a limpiar Sus cámaras internas.

Pronto éstas se volvieron como un cuarto de cristal que brillaba en forma semejante a un diamante que refleja los rayos de luz.

—¡Has trabajado bien para poder invitarme! —dijo Huang Di manifestándose de nuevo.

»Al comienzo, el corazón espiritual puede ocupar poco espacio. ¡Por eso aquel que anhela alcanzar la Unión con Tao debe profundizarlo y expandirlo cada vez más, tratando de hacerlo tan infinito como Tao!

»¡Expande tu Palacio Celestial con los brazos de la conciencia para que sea digno de que entre allí y para que puedas contener tanto de Mí como sea posible!

Lao Tsé empujó una pared transparente de su Palacio Celestial con sus brazos de la conciencia y —¡oh milagro!— ésta cedió y se movió fácilmente hacia lo infinito. Luego Lao Tsé hizo lo mismo con las otras paredes, luego con el piso y con el techo. ¡Él repitió esto varias veces y pronto sólo la Libertad, la Inmensidad, la Luz y el Éxtasis quedaron alrededor!

—¡Ahora es, en verdad, un Palacio Celestial! —dijo Huang Di con aprobación—. Has logrado esto en poco tiempo, pero recuerda que para tus discípulos esto será mucho más difícil. Algunos de ellos necesitarán meses para realizar tal trabajo, si no años. Pues ahora te estoy ayudando simplemente a recordar lo que ya sabías en tu vida pasada en la Tierra. Sólo por esta razón lograste realizar todo esto tan rápido y fácilmente.

—¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo he de vivir?

—¡Has de vivir Conmigo recordando y estudiando aún más el Gran Camino!

—¿A dónde debo ir ahora?

—Vira a la derecha. Allí comprarás un burro blanco. Luego recoge tus instrumentos de escritura y nos pondremos en camino. Un gran trabajo nos espera.

De hecho, después de virar a la derecha, Lao Tsé encontró una ruta que lo llevó al mercado. El ajetreo y la algarabía invadían todo alrededor, pero, sorprendentemente, todo esto no perturbaba la tranquilidad que reinaba en el Palacio Celestial de Lao Tsé.

Experimentando la presencia de Huang Di, él caminaba entre los vendedores y compradores.

Pronto vio a un hombre vendiendo un burro, pero Huang Di le dijo: «¡Éste no! ¡Sigue!».

¡Lao Tsé se maravillaba de sus nuevas sensaciones! ¡Pues podía hablar con un Inmortal tan fácilmente como si fuera una persona encarnada y percibir la presencia y las palabras de Huang Di aún más claramente que el ruido del mercado!

Finalmente, encontraron un lindo burrito blanco.

Lao Tsé comenzó a negociar con el vendedor y perdió la sensación de la presencia de Huang Di.

Al fin y al cabo, compró el burrito.

—¡Has pagado mucho! ¡El ex dueño era cruel con este animal y no mereció tal pago! —Escuchó Lao Tsé de repente—. ¡Bueno, por ser la primera de nuestras acciones coordinadas, no ha sido malo!

Guiado por Huang Di, Lao Tsé finalizó rápidamente todos sus asuntos y dispuso de sus bienes. Luego recolectó sus instrumentos de escritura y algo de alimento para el camino.

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