Ecopsicologia
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Ejercicios psicofísicos V.V.AntonovLos ejercicios psicofísicos se llaman así porque su componente psíquico se combina con la realización simultánea de movimientos físicos, contribuyendo estos últimos al dominio del primero. La idea de desarrollar este tipo de ejercicios se estableció en el comienzo del siglo XX por Peter Dânov; ese desarrollo fue continuado por Omraam Mikhael Aivanhov y luego por nosotros. El primer ejercicio de esta serie se llama Despertarse. Nos despertamos de un largo sueño de auto-ocasionado aislamiento de la armonía, la belleza y el amor del mundo. (Mientras estamos de pie, levantamos las manos y nos estiramos igual que lo hacemos después de dormir). Dejamos que toda la pureza, la luz y la vitalidad del exterior se adentren en nosotros. Sentimos una cascada de asombrosamente puros, sutiles y transparentes sentimientos y la frescura de la mañana que fluye desde arriba. Nos colmamos de esta tersura matinal, con estas frescas oleadas, ¡hasta desbordar con ellas! (Las manos se mueven hacia abajo, hacia los hombros, ayudando a este proceso, y luego suben de nuevo; repetimos estos movimientos varias veces). Tratamos de llegar a un estado emocional tan alto y sutil como nos sea posible. El segundo ejercicio se llama Dar o Regalar. Mantenemos las manos contra el pecho y tras unos momentos hacemos suavemente un gesto de amplio movimiento hacia adelante y a los lados: lo que antes recibimos debemos ahora regalarlo a otras personas —nuestro nivel de avance espiritual se mide por nuestra capacidad de dar. Además, para llenar un vaso con agua fresca primero hay que vaciarlo. Aquellos que no se vacían, regalando lo que tienen, no se renuevan, no crecen. Repetimos este ejercicio una y otra vez, derramando, regalando todo lo bueno que hemos acumulado, generosamente, sin deseos de recibir una recompensa. Enviamos las más sutiles e intensas olas de amor ininterrumpido, fresco y puro, hacia delante. Sintamos cómo el pecho se agranda por la energía del amor que empuja desde detrás. Una flor, exhalando una dulce fragancia, comienza a abrirse en medio del pecho. Enviemos estas sutiles vibraciones adelante. ¡Esta es la fragancia del amor mismo! El tercer ejercicio es la Reconciliación. Levantamos la mano derecha por encima de la cabeza y nos concentramos en la palma y el inmediato espacio que la rodea. Luego llevamos lentamente la mano hacia abajo trazando una sinusoide de unos treinta centímetros de semiperíodo. El borde de la palma de la mano debería estar mirando en la dirección del movimiento de la mano. Mientras lo hacemos, intentamos notar el espacio por el que se desplaza la mano como un cierto campo de energía al que asignamos una nueva característica cada vez: primero la paz, luego la armonía y, por último, la calma. Se puede «prolongar» la mano. (Uno puede imaginar diversas maneras de realizar este movimiento de baile: brusco, rápido y angular versus suave, delicado y elegante. Cada uno de estos estilos predispone tanto al intérprete como al público a los estados emocionales correspondientes). Y este simple pero poderoso gesto ondulado, que simboliza la armonía, estará ayudando a todos en toda situación a medida que dominan este ejercicio (¡hay que sentirlo a fondo!), aun si se hace sin acompañarlo con movimientos corporales. El cuarto ejercicio es llamado Subir. Levantamos las manos con las palmas mirando a los lados y luego, despacio, las bajamos lateralmente, haciendo barridos. Repita este movimiento varias veces; con cada barrido eclosionamos, por así decir, de otra grosera envoltura, y nos volvemos más ligeros, más puros; subimos hacia la fuente de la luz por encima de nosotros, hacia el sol… Está muy cerca de nosotros; unos pocos aleteos más y le alcanzamos… Afluyamos al espacio de la más pura y sutil luz, y disfrutemos estando en ella… Luego, poco a poco, bajamos a tierra sintiendo el sol en el pecho. Permanecemos de pie ¡y alumbramos a la gente y a todo ser vivo con la luz solar que emana del pecho! * * * Estos ejercicios pueden realizarse exactamente como se describen aquí y pueden traer muchos beneficios, incluyendo la purificación de las estructuras bioenergéticas del cuerpo y la eliminación de enfermedades. Podemos añadir un componente religioso a estos ejercicios, y entonces enseguida nos ayudarán a comprender que la Luz con la que trabajamos en estos ejercicios es la Luz del Espíritu Santo. Todos los estudiantes dignos comienzan a percibirle a Él en el proceso de su purificación ética y bioenergética. De esta manera, conocemos a Dios en una de Sus Manifestaciones; y luego Él se convierte en nuestro constante Compañero y Viviente Maestro para toda nuestra vida. Para algunas personas, estos ejercicios elementales pueden llegar a ser un punto de partida para una profunda y seria la vida religiosa. Esto es sólo la base para el comienzo. En las clases prácticas, uno puede usar diferentes modificaciones de esos métodos, en función de las cualidades individuales de los niños y los instructores.
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