Ecopsicologia
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Clases de autorregulación psíquica y pintura con niños M.K.KhaschanskayaEn este artículo se describe la experiencia práctica de trabajo con niños de 5-11 años. El trabajo fue diseñado para suavizar desarmonías internas —que son inherentes a la mayoría de niños— con la ayuda de la educación ética y ecológica, mediante el desarrollo de sus capacidades creativas así como a través del desarrollo de sus capacidades de concentración y relajación. A tal fin se pueden utilizar con éxito los métodos de autorregulación psíquica y las recomendaciones descritas en el libro [9]. Los métodos descritos en este capítulo pueden complementar esa información. Las clases con un grupo senior (10-11 años de edad) se llevaron a cabo en el gimnasio y en la naturaleza. Las clases para los niños de 5-7 años se realizaron sólo en el gimnasio. La duración de las clases depende sólo de la edad de los niños. Los de 10-11 años trabajaron durante tres horas sin sentirse cansados. Los de 5-7 años pueden trabajar bien durante una hora y media. A mitad de clase, por lo general, hacemos un breve descanso. Hay un punto a tener en cuenta a la hora de seleccionar a los niños para las clases. Sin duda las clases son útiles para todos los niños; no obstante, uno tiene que decidir qué es más importante: «promediar» a todos los niños y así desarrollarles lentamente, o hacer un grupo con los más capaces, que pueden avanzar más rápida y exitosamente. La experiencia de trabajo con escolares de diferentes edades demuestra que la elección de «promediar» impide un buen progreso de los niños más dotados. Y el progreso de los menos capaces que se obtiene en dichas clases es casi insignificante comparado con sus manifestaciones negativas. Por supuesto, esto no significa que no se deba trabajar con estos últimos. Pero uno tiene que hacer grupos teniendo en cuenta este factor y usar diferentes métodos de trabajo en diferentes grupos. Los grupos no deben ser grandes. El mejor número de niños para las clases es de 5 a 16, ya que es muy importante tener un acercamiento individual con cada uno de ellos. Este es un ejemplo de un programa para la clase: Grupos de niños de 5-7 años de edad: 1. Meditación introductoria. 2. Juegos que incluyan ejercicios físicos y psicofísicos. 3. Relajación. 4. Pintura. Grupos de niños de 10-11 años de edad: 1. Meditación introductoria. 2. Ejercicios psicofísicos y calentamiento físico. 3. Relajación. 4. Pintura. 5. Relajación. 6. Hora del té. * * * La meditación introductoria es muy importante; tiene un potente efecto en la formación de la ética y en el desarrollo del amor emocional hacia todas las manifestaciones de vida; también ayuda a desarrollar las habilidades de concentración de la atención. Además de eso, crea un trasfondo emocional positivo para hacer otros ejercicios. Para los niños de 10-11 años de edad, la meditación introductoria se lleva a cabo en una forma similar a la de los grupos de adultos. A todos los niños les gusta la postura para hacer esta meditación, la llamada postura del discípulo. En esta postura se calman rápidamente, y esto les ayuda a recibir información del instructor. Para niños de 5-7 años se puede dar la meditación introductoria en la forma del ejercicio «el Sol». Los niños forman un círculo, como si estuvieran en torno a un lago. Imaginan que ellos son árboles, hierba, flores que extienden sus brazos (ramas) hacia el sol; toman el sol en sus manos, lo acercan, abrazan esta gigante, caliente esfera brillante y el sol entra en el pecho y enciende el amor en nuestros corazones. Cada uno de nosotros se convierte en el sol; nuestros brazos se vuelven sus rayos. Los niños giran de lado a lado, rotan con la suave música, ondulan con sus brazos, brillan con luz. Iluminan con el sol desde el pecho; para todos los otros, para los animales y las aves, para los peces en el agua, para los árboles y la hierba. Los propios niños sugieren a quién más quieren enviar su luz-amor. Se pueden usar otras formas de hacer la meditación introductoria. Es muy importante sentir cuándo es el momento de poner fin a este ejercicio. Es importante que los niños disfruten de la luz que emana de ellos, pero por otro lado, su estado sutil puede convertirse en agitación excesiva, y en tal caso se vuelven difíciles de controlar. Entonces se puede hacer un precalentamiento o darles ejercicios psicofísicos. No hay que seguir el programa demasiado estrictamente; es más importante, en el proceso de guiar la clase, sentir qué se necesita en el momento actual. Durante las primeras clases, los ejercicios psicofísicos que siguen a la meditación introductoria son difíciles de hacer para los niños, ya que ellos tienen que cambiar de actividad tras la concentración. Pero tras uno o dos meses de trabajo pasan fácilmente de la meditación introductoria a los ejercicios psicofísicos. Durante el calentamiento se pueden alternar ejercicios dinámicos con asanas de hatha yoga y pranayamas. Es mejor dar los ejercicios físicos en forma de juego o junto con la visualización. Esto hace que el calentamiento sea interesante para los niños. El instructor debería dar las asanas a los niños poco a poco, sin sobrecargarles. Hacemos el precalentamiento con música suave, pedimos a los niños que hagan los ejercicios con suavidad, armoniosamente, sin prisa, tal que sus movimientos sigan el ritmo de la música. También se les puede sugerir el juego Espejo (ver el artículo de E.B.Ragimova) en el que el instructor hace movimientos y los niños los imitan. Presentamos a continuación los ejercicios que hacemos en la clase con mayor frecuencia: 1. Levantamos las manos e «inhalamos» luz solar a través de las palmas; luego nos agachamos y «exhalamos» todo lo oscuro, grosero y desagradable, de modo que en el interior del cuerpo quede sólo la dorada luz del sol. Repetimos este ejercicio 3-6 veces. 2. Estamos erguidos con los pies tan separados como el ancho de los hombros; los brazos a los lados, con las manos ligeramente atrás, y las palmas mirando adelante. Al inhalar elevamos los dedos de los pies y movemos las manos hacia adelante y arriba como siguiendo la curva de una ola; al exhalar las manos descienden, palmas mirando abajo, y los dedos de los pies vuelven a tocar el suelo. Repetimos este ejercicio seis veces. 3. Adoptamos la postura de la montaña (tadasana), centrando la atención en los brazos que se mueven suavemente hacia arriba, como por sí mismos, sin ningún esfuerzo de nuestra parte; tan sólo vemos cómo se alzan. Más tarde, cuando los niños comiencen a pintar, el instructor puede recordarles este sentimiento trazando una analogía entre el movimiento espontáneo de los brazos en tadasana y el movimiento de la mano que sostiene el pincel. 4. Entonces los niños pueden hacer la postura del árbol: su variante en la que la mano izquierda sostiene el empeine del pie izquierdo doblado hacia atrás; la mano derecha está relajada y ligeramente alzada por encima de la altura de la frente con su palma hacia adelante. El instructor sugiere que los niños sientan la pierna derecha como el tronco de un árbol con sus raíces entrando profundamente en el suelo; la mano derecha es una rama; su palma y sus dedos son hojas del árbol. A continuación se hace la variante simétrica de esta postura. En esta asana los niños pueden permanecer entre medio minuto y dos minutos. 5. Luego hacemos gradualmente los ejercicios siguientes con una música suave: — la postura del triángulo (utthitatrikonasana), — la postura del ángulo lateral extendido (utthitaparsvakonasana), — la postura del guerrero (virabhadrasana) [18]. 6. Entonces uno puede hacer varios ejercicios de mianchuan («agua lenta») o tai chi chuan. Por ejemplo, «levantar la pierna usando un hilo inexistente», o «levantar la rodilla usando un hilo que no existe», o «coger y levantar una inexistente pared que se cae», etc. Muchos de estos ejercicios se describen en [37]. Se pueden complementar estos ejercicios con pranayamas [9] y visualización. 7. En las primeras clases pueden ser muy útiles los ejercicios del inicio del curso de autorregulación psíquica descritos en [9]. Los niños hacen con gusto aquellos ejercicios que se asemejan a un juego y se complementan con la visualización. 8. El ejercicio Mariposa (para estirar los músculos de las piernas; basado en la postura bhadrasana) es uno de los preferidos de los niños. Nos sentamos en el suelo en posición vertical, las piernas están dobladas y abiertas hacia afuera, con las plantas de los pies unidas una con otra; las manos agarran los empeines y los dedos de los pies. Las piernas dobladas hacen movimientos elásticos y rítmicos hacia abajo, estirando así los músculos. Al hacer este ejercicio, los niños pueden imaginar que son mariposas revoloteando sobre las flores. La mariposa ha elegido una flor, desciende sobre ella, y deja de moverse. Entonces pliega sus alas (los niños mueven las rodillas hacia arriba), liba el dulce néctar, agradece a la flor, y vuela a otras flores. 9. Entonces uno puede hacer la postura del pez, la postura de la serpiente, la postura del arco y la postura del barco [18]. 10. Los niños de 10-11 años de edad realizan bien la siguiente serie de asanas: postura de la media vela (Viparitakarani), postura de la vela (sarvangasana), postura del arado (halasana), postura del conejo (sasangasana), postura de la media vela, postura de la vela, postura de la media vela. 11. Todos los niños hacen gustosos este ejercicio: los pies están más separados que la anchura de los hombros, inhalan y se doblan hacia atrás, exhalan y se inclinan hacia adelante, hasta poner las palmas de las manos en el suelo. «Caminan» con las manos un poco hacia delante, pero los pies no se mueven, y el cuerpo se hunde hacia abajo. Giran la cabeza y miran primero al pie derecho, y luego al izquierdo. Luego vuelven suavemente a la posición original. 12. Al final los niños pueden saltar un rato. Les gusta imaginarse como muñecas de trapo y brincar suavemente, relajándose en la posición final. Pueden imitar los saltos que se hacen con una cuerda de saltar, aplaudir en cada salto, darse a sí mismos palmadas en las nalgas o haciendo torsiones de un lado a otro, etc. No es preciso incluir todos estos ejercicios en el calentamiento de cada clase. Cuanta menos edad tengan, menos debemos cargarles: el instructor ha de aumentar la carga muy gradualmente de una clase a la siguiente. Uno tiene que tener en cuenta que los niños siempre quieren algo nuevo. Por lo tanto, el instructor tiene que cambiar las formas de los ejercicios a menudo. Esto es especialmente importante para los niños más pequeños. Para ayudarles a hacer ejercicios psicofísicos con éxito, el instructor puede sugerirles imágenes. Por ejemplo, imaginar que son peces, algas marinas, árboles, nubes, pájaros, olas, el viento, globos, copos de nieve, motas de polvo, barcos de vela, etc. Una vez que se han identificado con ella pueden fácilmente llenar esa imagen con luz. Con el tiempo los niños hacen ejercicios psicofísicos más fácilmente y con más interés. Todos ellos sentirán la Luz que llena sus cuerpos y el espacio alrededor de ellos; lo sienten como algo real. La danza espontánea para los niños tiene que ser complementada con visualización e introducirse en las primeras clases. Ellos fácilmente se mueven, bailan; no se sienten tímidos ante los demás, nunca se preocupan por cómo se les ve desde el exterior. Es muy interesante hacer el ejercicio Loto como primer ejercicio psicofísico. Los niños se sientan en el suelo en un círculo; sus piernas estiradas hacia adelante; sus pies en el centro del círculo. Forman una flor de loto en conjunto; cada niño representa un pétalo de esta flor. Se pueden tomar de la mano e inclinarse hacia adelante para cerrar el botón floral, luego se enderezan, sueltan las manos y se tumban con la espalda en el suelo, imbuyéndose a sí mismos con la luz del sol que fluye desde arriba. Después se sientan. Uno de ellos se levanta y comienza a girar en el centro, entonces el siguiente se une a este torbellino, y el siguiente… Todos forman el círculo interior y giran suavemente. Se pueden hacer otras variaciones de este ejercicio. La relajación es un ejercicio muy importante. Todo el mundo sabe que a la gente moderna le resulta muy difícil relajarse. Quienes no pueden relajarse acumulan mucho cansancio ya a sus veinte años. En la relajación es muy importante y conveniente dar directrices éticas a los niños para desarrollar en ellos las emociones de amor, afinar su percepción de la naturaleza y darles educación ecológica. Las meras conversaciones con ellos no tienen ese efecto. El instructor sugiere imágenes a los niños durante toda la relajación. La voz del instructor guía al niño y no permite que se vaya a un estado de relajación que sería demasiado profunda [9]. Por ejemplo, el instructor puede contar un cuento de hadas que se corresponde con el tema de la clase. La relajación puede ser realizada en la postura de la media tortuga o en la postura del cocodrilo, sobre la espalda, o de lado. Por lo general, el instructor sugiere a los niños alguna postura en particular; si hay niños que prefieren otra postura el instructor no debería impedir que la adopten. La forma de dar la relajación a los niños es diferente según las edades. Los de 10-11 años pueden entrar en el estado de relajación profunda con música suave y la voz del instructor sugiriéndoles imágenes. Para los niños de 5-7 años se pueden utilizar con éxito los métodos descritos en el libro [44]. La pintura también se puede hacer de diferentes maneras dependiendo de la edad de los niños. Se puede usar cualquier material para hacer cuadros; en nuestras clases preferimos tintes. Los niños utilizan acuarelas, acuarelas con cal o gouaches. Para los niños en edad escolar son mejores los gouaches; las acuarelas son más efectivas para edades mayores. Los pinceles deberían ser grandes y planos; para pintar detalles finos tiene que haber también pinceles delgados. Y se necesita un trozo de tela para limpiar los pinceles. Primero hay que enseñar a los niños a mezclar colores y hacer matices sutiles y puros de diferentes tonos. Esto se hace con grandes manchas de color. Todas las herramientas tienen que estar preparadas de antemano, antes de la clase. Cuando los niños salen del estado de relajación, ellos mismos cogen todo lo necesario y empiezan a pintar. El sentimiento de la armonía del color es inherente a muchas personas desde el nacimiento. Pero a menudo no conocen sus habilidades y por lo tanto necesitan que se les ayude con esto. Si esta ayuda se proporciona en la infancia el niño comienza a desarrollarse más armoniosamente. A los niños de 5-7 años hay que sugerirles el tema de la pintura y mostrarles los métodos de trabajo, ya que carecen de las habilidades básicas para pintar. Sería bueno que el motivo tuviera un cierto estado incluso en su título, como es habitual en China y Japón. Los niños pintan arroyos que fluyen sobre nieve que se funde, nubes que cambian de forma con el viento, ramas de árboles sobre un cielo puro o el sol naciente, el mundo submarino, prados con flores y mariposas, el sol, el mar, etc. Pueden pintar animales, pájaros, árboles, flores; esto desarrolla en ellos el amor por todas las criaturas. En el proceso de pintar los niños aprenden a ver el mundo. De esta manera se puede enseñar a los niños a ver y sentir el mundo desde perspectivas de lo más interesantes. En el trabajo con los niños de 10-11 años se pone el énfasis en la espontaneidad. A esta edad basta animarlos un poco y dirigirlos, y comienzan a expresar sus estados de ánimo y a usar los métodos de trabajo que les son familiares. Los niños aprenden y aplican nuevas técnicas con mucha facilidad. En el proceso el instructor no debe ser un extraño, sino que ha de pintar junto con los niños para establecer el estado de ánimo correcto y para ayudarlos. También es necesario evitar que los niños charlen mientras pintan, ya que esto hace que dejen los estados sutiles. No es tan fácil con los niños de 5-7 años, porque experimentan todo lo que pintan, y lo dicen en voz alta. Sin embargo, el instructor tiene que prestar atención a este asunto y evitar la charla excesiva. Beber té es también un componente importante de la clase. Antes de la comida, el instructor da la meditación que sintoniza a los niños con el sentimiento de gratitud hacia la tierra y las personas que les alimentan. Puede ser la primera vez que los niños empiezan a pensar en este asunto. Bajo la guía del instructor, aprenden a compartir la comida con los demás y a tener una actitud cuidadosa hacia ella. Si en el proceso de tomar té los niños empezan a hablar de temas vanos, el instructor debe intentar dirigir sus conversaciones a asuntos espirituales cambiando suavemente el tema. A veces los niños mismos son los que hacen declaraciones de ese tipo a otros. Un importante recurso pedagógico del trabajo con niños es ir al campo. Hay que llevar a los niños a la naturaleza con objeto de darles ejemplos de la actitud correcta y cuidadosa hacia ella, lo cual es muy importante para su futura vida espiritual. En tales salidas resulta que muchos niños pueden hablar con las plantas, insectos, animales y pájaros y entenderlos bien. Uno puede aprender mucho de niños como esos. Sin embargo, otros se sorprenden con la actitud hacia las plantas y los insectos como seres vivos capaces de sentir dolor y de amar. Al principio estos niños hasta se ríen, porque no lo entienden. Pero, con el tiempo, aceptan la misma percepción de los objetos de la naturaleza como seres vivos, porque lo aprenden también en las meditaciones de las clases. Tal actitud hacia la naturaleza es cercana a los niños; la aceptan fácilmente y empiezan a ver la naturaleza como Templo de la Vida. En excursiones al bosque los niños también aprenden a hacer fuego sin causar daño a los seres vivos, a no tener miedo del mal tiempo, a distinguir las plantas comestibles y no comestibles, a distinguir las llamadas de diferentes aves y a disfrutar de su canto. También es útil enseñarles diapositivas sobre los estados de la naturaleza. Pero no hay que proyectar demasiadas, porque se cansan pronto. Cuando el grupo está bien preparado, puede empezar a trabajar con el ejercicio Surya Namaskar o Saludo al Sol [18]. Los niños de 10-11 años hacen esta serie de asanas con placer. Es muy bueno hacerla en la naturaleza. A veces se producen conversaciones sobre temas religiosos; ocurre con mayor frecuencia en el bosque, cuando el grupo se sienta alrededor de una fogata. Es interesante que todos los niños de 10-11 años que han estado asistiendo a las clases durante cinco meses creen que Dios existe. La mayoría Le imaginan como Luz o como el Espíritu que Todo lo Penetra, aunque no les hemos hablado de estas ideas en las clases. Tales percepciones resultan de su experiencia personal adquirida durante los ejercicios psicofísicos y otros. Nuestra práctica al llevar este tipo de clases muestra que al principio hay muy pocos niños armoniosos con los que el instructor pueda trabajar con facilidad y placer. Sin embargo, su número crece a medida que las clases continúan. Al final del curso de cinco meses, cerca de un 40% de los niños del grupo valoran mucho las clases. Trabajar con ellos es un gran placer y recompensa para su instructor.
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